LAS DIVISIONES DE LAS ESCRITURAS
A.
LOS DOS TESTAMENTOS.
La
biblia está dividida en dos secciones conocidas como el antiguo y el nuevo
testamento. la palabra “testamento” originalmente fue traducida “pacto”, y
significa que cada uno es un pacto que dios hizo con su pueblo. Hay treinta y
nueve (39) libros en el antiguo testamento y veintisiete (27) en el nuevo
testamento.
B.
DIVISIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO.
El
antiguo testamento hebreo estaba comúnmente dividido en tres secciones:
•
La ley (torah), 5 libros: génesis, éxodo,
levítico, números y Deuteronomio.
• Los profetas (nebhiim), 8 libros:
-
Los primeros profetas (4 libros)—Josué, Jueces, Samuel, Y Reyes.
-
Los últimos profetas (4 libros)—Isaías, Jeremías, Ezequiel Y Los Doce
(Oseas,Joel, Amós, Etc.)
• Los escritos (kethubhim) 11 libros:
-
libros poéticos (3 libros)—salmos, proverbios y job;
-
cinco pergaminos (megilloth)—cantar
de los cantares, rut, lamentaciones,
ester
y eclesiastés;
-
libros históricos (4 libros)—daniel, esdras-nehemías, y crónicas.1
Estas
divisiones están de acuerdo con las palabras de Jesús: “estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era
necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de moisés
en los profetas y en los salmos”
(Luc.
24:44). A veces se le refiere al antiguo testamento de una forma más concisa como
“la ley y los profetas” (Mt.
5:17, 11:13; Hechos. 13:15).
Aún
más breve, el término “ley” parece incluir a las otras divisiones
(Jn.
10:34, 12:34, 15:25; 1 Cor. 14:21).
C.
DIVISIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO.
•
Biográficos (4 Libros): Mateo, Marcos, Lucas Y Juan.
•
Histórico (1 Libro): Hechos.
• Pedagógicos
(21 Libros): Romanos, I Corintios, II Corintios, Gálatas, Efesios,
Filipenses, Colosenses I Tesalonisenses, II Tesalonisenses, I Timoteo, II
Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, I Pedro, II Pedro,
I
Juan, II Juan, III Juan y Judas.
•
Profético (1 libro) Apocalipsis.
A
veces, como alternativa, son sugeridas las siguientes divisiones para el Nuevo
Testamento:
1.
Los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
2.
Los Hechos de los Apóstoles.
3.
Las epístolas de Pablo (incluyendo Hebreos).
4.
Las epístolas Generales.
5.
El libro de Apocalipsis.
D.
CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS.
Originalmente
la Biblia no estaba dividida en capítulos y versículos como nosotros la
conocemos hoy en día. Por conveniencia de referencia, estos fueron agregados en
fechas comparativamente recientes. Se asumía antes que la división por
capítulos fue introducida primeramente por el cardenal Hugo, quien murió en
1263 d.C.
Investigaciones
posteriores lo atribuyeron a Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, quien murió
en 1228. El Nuevo Testamento fue publicado por primera vez con divisiones de
versículos por Robert Stephans en 1551.
La
primera Biblia que fue publicada, dividida enteramente en versículos fue la
Biblia de Ginebra de 1560. La división de A.T. y N.T. fue realizada por San
Agustin.
Es
de considerable importancia que el estudiante bíblico tome en cuenta que estas
divisiones no estaban en los textos originales y que no fueron inspiradas.
La
mayoría de las divisiones son de mucha ayuda, pero algunas de ellas han
demostrado ser bastante confusas ya que se han interpuesto en medio del tema
que se está tratando; existe la tendencia de pensar que hay un cambio de tema
cada vez que un capítulo termina y otro nuevo empieza.
Muchas
veces uno debe omitir la división del capítulo completamente. Dos ejemplos simples
de esto son los siguientes: En Hechos 22, el mensaje de Pablo está separado de
los eventos que los causaron, los cuales están registrados en el capítulo
anterior. Juan 7:53 y 8:1 leídos conjuntamente sin un corte de capítulo,
presentan un significativo contraste: “cada uno se fue a su casa: y Jesús se
fue al monte de los Olivos.”
De
acuerdo con los datos dados por William Evans, la Biblia “contiene 1.189
capítulos y 31.173 versículos. De estos, 929 capítulos y 23.214 versículos,
ocurren en el Antiguo Testamento; 260 capítulos y 7.959 versículos en el
Nuevo.”
D. LAS PRUEBAS
UTILIZADAS PARA DETERMINAR CANONICIDAD.
Los siguientes
principios fueron utilizados para determinar la ubicación de un libro en el
canon:
1.
Apostolicidad.
¿Fue el libro
escrito por un apóstol o por una persona cercanamente relacionada con los
apóstoles? Esta pregunta fue especialmente importante con relación a Marcos,
Lucas, Hechos y Hebreos; la razón es que Marcos y Lucas no estaban entre los
doce originales y el escritor de Hebreos era desconocido.
2.
Contenido espiritual.
¿El libro estaba
siendo leído en las iglesias y sus contenidos probaban ser un medio de
edificación espiritual? Esta era una prueba muy práctica.
3.
Veracidad doctrinal.
¿Era el
contenido de los libros recto en doctrina? Cualquier libro que contenía
herejía, o que era contrarío a los ya aceptados libros canónicos, era
rechazado.
4.
Utilidad.
¿Era el libro
reconocido universalmente en las iglesias y era ampliamente citado por los
padres de la iglesia?
5.
Inspiración divina.
¿Daba verdadera
evidencia de inspiración divina? “Esta era la prueba fundamental, todo daba
lugar finalmente a este aspecto.
V. LA
INFALIBILIDAD DE LAS ESCRITURAS
A. DEFINICION DE
INFALIBILIDAD.
La infalibilidad
de la escritura significa que, en sus autógrafos originales, la Biblia no
contiene errores. En los idiomas originales en que la Biblia fue escrita, su
contenido es absolutamente infalible—sin ningún error de ningún tipo. Esta ha
sido la posición de todas las confesiones de las grandes iglesias evangélicas a
través de los años.
En contraste a
esto, los ateos, agnósticos y teólogos liberales han declarado que la Biblia
está llena de errores. En realidad, hay aquellos que enseñan una “Infalibilidad
limitada”, tomando derecho a declarar que la Biblia es infalible en materia de
fe y práctica, pero no necesariamente en materia científica e histórica.
El problema con
esta posición es que ¿quién va a decidir cuál es la verdad y cuál no la es? Si
uno no puede tener una fe positiva en la infalibilidad de este libro, ¿cómo
puede hablar con una autoridad final, cuando se trata de la eternidad? ¿Por qué
es esta pregunta tan vitalmente importante? ¿Por qué no puede uno allegarse a
la Biblia de la misma forma que se acerca a cualquier otro libro? Cuando lee
cualquier otro libro, el hombre toma lo que cree y deja aquello con lo cual
está en desacuerdo. ¿Por qué no se puede hacer lo mismo, como muchos están
abogando, con la Biblia?
B. EL TESTIMONIO
A LA INFALIBILIDAD.
1. ¿De dónde
viene esta doctrina de infalibilidad?
Viene de las
escrituras mismas. Ellas declaran ser inspiradas por Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios”
(II Ti. 3:16). “Porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por Espíritu Santo” (II P. 1:21).
1.1. Escritores
del Antiguo Testamento.
Los escritores
del Antiguo Testamento son sumamente explícitos en declarar que estaban
hablando la palabra de Dios. Ellos dicen 3,808 veces estar transmitiendo las
exactas palabras de Dios. Moisés declaró: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella”
(Dt. 4:2). El salmista clamó “La ley
de Jehová es perfecta… el testimonio de Jehová es fiel” (Sal. 19:7).
Samuel declaró:
“El Espíritu de Jehová ha hablado por
mí, Y su palabra ha estado en mi lengua” (II Sam. 23:2). Isaías
escribió: “Oíd, cielos, y escucha tú,
tierra; porque habla Jehová” (Is. 1:2). Jeremías cita las palabras que
Dios le habló: “Dirás todo lo que te mande…
he aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jer. 1:7, 9). Ezequiel dice
de su comisión: “Les hablarás, pues,
mis palabras” (Ez. 2:7), y “habla
a ellos con mis palabras” (Ez. 3:4). Cada uno y todos estos declaran que
hablaban las palabras de Dios. De este modo el Antiguo Testamento testifica
respecto de sí mismo.
1.2. Escritores
del Nuevo Testamento.
Los escritores
del Nuevo Testamento también testifican del hecho de que era Dios quien hablaba
en el Antiguo Testamento.
1.2.1. En los
evangelios. “Todo
esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del
profeta” (Mt. 1:22). “Como habló por boca de sus santos profetas que fueron
desde el principio” (Lc. 1:70). “Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo…”
(Mr. 12:36).
1.2.2. En las
epístolas. Los
apóstoles también dieron su testimonio de la perfección de las escrituras del Antiguo
Testamento. Pablo dijo de la ley que era santa y “el mandamiento santo, justo y bueno” (Rom. 7:12).
El escritor de
Hebreos consideraba a la palabra de Dios como viva y eficaz, llegando aun a
juzgar hasta nuestros sentimientos y más profundos pensamientos (Heb. 4:12).
Santiago
describe la palabra como “la perfecta ley
de la libertad”
(Stg. 1:22–25).
Él consideró su completa autoridad cuando produjo esta advertencia: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano …?”
(Stg. 4:5). Juan trae a un cierre la revelación escrita, con estas palabras:
Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas,
Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si
alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro (Ap.
22:18, 19).
De este modo,
hacia el comienzo (Dt. 4:2, 12:32), en el medio (Pr. 30:6), y al final de las
escrituras (Ap.22:18, 19), Dios previene acerca de alterar su palabra, ya sea
agregando o quitando de su mensaje.
1.3. Jesucristo.
Jesús mismo dio testimonio de la escritura.
Cristo confirmó
específicamente todo el Antiguo Testamento. El no encontró ni un solo error, ni
una inconsistencia en él. Continuamente basó sus argumentos y exhortaciones en
él. Él declaró: “… ni una jota ni una
tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18).
Discutiendo sólo una palabra con los judíos, Él dijo, “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35). En Lucas
24:44 Jesús dijo, “Estas son las
palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y
en los salmos.” Estas tres secciones comprenden todo el Antiguo
Testamento.
Jesús se refirió
a muchas personas y eventos del Antiguo Testamento, y de esa manera, atestiguó
de la autenticidad y la autoridad del
Antiguo Testamento. Es interesante notar que en la siguiente lista Jesús puso
su 28 sello de aprobación sobre algunos de los más cuestionados eventos y
milagros del Antiguo Testamento.
Él aprobó el relato de lo siguiente:
• Creación y
matrimonio—Mateo 19:5
• El diluvio y
el arca de Noé—Lucas 17:26, 27
• La destrucción
de Sodoma y Gomorra—Lucas 17:28, 29
• La destrucción
de Tiro y Sidón—Mateo 11:21, 22
• La
circuncisión—Juan 7:22
• La
pascua—Mateo 26:2
• La ley—Juan
7:19
• Los
mandamientos—Mateo 19:7–9
• La ley judía
de divorcio—Mateo 19:7–9
• El hecho de la
zarza ardiente—Marcos 12:26
• El símbolo de
Jonás y el gran pez—Mateo 12:40
• El
arrepentimiento de Nínive—Mateo 12:41
• La gloria de
Salomón—Mateo 6:29
• La sabiduría
de Salomón—Mateo 6:29
• La fiesta de
los tabernáculos—Juan 7
• David comiendo
los panes de la proposición—Mateo 12:3
• Los sacerdotes
profanando el santuario—Mateo 12:5
• El cierre de
los cielos en los días de Elías—Lucas 4:25
• La historia de
Naamán, el leproso—Lucas 4:27
• El registro de
la serpiente levantada—Juan 3:14, 15
• El asesinato
de Abel y Zacarías—Mateo 23:35
• La misión del
Mesías—Lucas 4:16–21
• La misión de
Juan el Bautista—Mateo 17:10–13
• La misión de
Elías—Mateo 17:10–13
• Daniel y su
gran profecía—Mateo 24:15
2. La Biblia,
una original revelación de verdad.
La Biblia es una
revelación de verdades acerca de las cuales el hombre puede conocer sólo por lo
que ella dice. El hombre se pregunta: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde
voy? ¿Qué de la inmortalidad, el cielo, el infierno, el juicio, la eternidad?
¿Qué sabe el hombre, qué puede saber aparte de la Biblia?
Muchos están
virtualmente haciendo su propio dios. ¿De qué sirve un dios que el hombre mismo
puede hacer? El hombre no lo necesita. Si lo puede crear, entonces el hombre es
mayor que su dios y por lo tanto no lo necesita.
Ninguna persona,
ni ninguna nación ha revelado jamás un dios como el Dios de las sagradas
escrituras.
Chafer dice que
la Biblia es infinita porque encierra verdades respecto a un Dios infinito, una
santidad infinita, pecado infinito y una redención infinita. Parece probarse
infinita, porque “ninguna mente humana ha comprendido enteramente su mensaje o
ha medido sus valores.”
El creyente no
está avergonzado en lo más mínimo por no poder explicar todo acerca de Dios.
Dios no sería Dios si esto fuera posible. Uno nunca alaba aquello que entiende.
Es sólo cuando llega más allá del dominio de su propia comprensión que inclina su
cabeza y alza sus manos en alabanza.
¿Quién es Jesús?
¿Cómo es Él? ¿Puede hacer algo por el alma humana? ¿Tiene alguna cosa vital
para comunicarle a la humanidad? ¿El bienestar eterno del alma del hombre
depende realmente de Él? Algunos abogarían que no nos preocupemos de la
infalibilidad de la Biblia— ¡Sólo seguimos a Jesús! Algunos maestros liberales
han dicho, “¡Cristo solo es la palabra de Dios! Creemos sin reservas en la
palabra de Dios, pero es Cristo solo quien es la palabra.” Esto suena muy
piadoso, pero, ¿qué conoce el hombre acerca de Jesús aparte de lo revelado en
la Biblia?
Nuestra entera
fuente de información acerca de Él está en este libro. Si uno no puede depender
de la palabra para información acerca de otras cosas, entonces, ¿cómo uno puede
estar seguro de que es correcta en lo que dice de Jesús?
3. La Biblia es
una revelación inalterable.
Mucha de la
incertidumbre e incredulidad de la Biblia ha venido de los llamados
científicos. Debido a que la infalibilidad de la Biblia está al nivel de hechos
observables, está más propensa a los ataques de los escépticos e incrédulos
literatos. La ciencia ha asumido un aura de autoridad y casi de infalibilidad.
Muchos han hecho de ella un dios virtual.
La palabra
“ciencia” significa simplemente “conocimiento” y no debe ser ni alabada ni
temida. Lo significativo acerca de la ciencia es que constantemente está
teniendo que cambiar sus conclusiones a medida que surgen nuevos sucesos.
Textos científicos de años recientes en antigüedad están virtualmente fuera de
actualidad, mientras que la Biblia no ha tenido que ser alterada ni en la más
mínima manera después de miles de años desde que fue escrita.
¿Por qué ha de
dudar uno de un libro que se ha sostenido a pesar de los siglos y a pesar de todos
los ataques en su contra, por ciencias que deben ser revisadas a menudo? La
Biblia no es un texto de ciencias, pero nunca ha sido considerada como falsa en
ningún hecho científico. El informe de Génesis sobre la creación todavía está
en pie.
4. La Biblia es
correcta moral y espiritualmente.
Más
importante que cualquier otra cosa, la Biblia es moral y espiritualmente
correcta. No es en el dominio científico donde la Biblia muestra su mayor
exactitud, sino en el dominio moral y espiritual. Myer Pearlman concluye su
sección de bibliología con las palabras: “Las defensas intelectuales de la
Biblia tienen su lugar; pero después de todo, el mejor argumento es el
práctico. La Biblia ha funcionado. Ha influenciado civilizaciones, ha
transformado vidas, ha traído luz, inspiración y consuelo a millones. Y su obra
continúa.” La escritura declara: “Por
lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando
recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como
palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa
en vosotros los creyentes” (I Tes. 2:13).
5. La inerrancia (ver folleto anexo)
VI. LA
INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS
La Biblia es un
libro sin errores e infalible; un libro de palabras, frases y oraciones que,
como fue escrito originalmente, no contiene ningún error. Este libro fue
escrito por el hombre caído, débil y pecador. El hombre con toda la posibilidad
de entender mal, interpretar mal, con falta de memoria, aun con la posibilidad de
maliciosa falsedad. Sin embargo, ha sido declarado que el libro que el hombre
escribió, no contiene ninguna evidencia de alguna de estas debilidades
naturales.
De hecho, se
atreve a decir que lo que él escribió es perfectamente correcto—nada debe ser removido
del registro—pero no dejó de escribir todo lo que debía decir— nada debe
agregársele.
No es fácil
creer que eso fuese posible en un hombre de tan caída raza. Pero esto fue
logrado por más de cuarenta (40) hombres diferentes que vivieron en un término
de más de 1500 años; muchos de ellos nunca se vieron o conversaron, sin
embargo, sus escrituras no tienen ningún desacuerdo. Sólo un milagro de largo
plazo, podría hacer esto. ¿Cómo puede tal cosa ser posible? ¡A través del
misterio y milagro de inspiración divina!
A. DEFINICION DE
INSPIRACION.
La Biblia revela
la fuente de su magnificencia: “Toda
escritura es inspirada por Dios” Esto no significa que “Dios respiró
dentro de cada uno de los escritores”, sino que la palabra fue producida por el
aliento creativo de Dios.
La palabra
griega en este pasaje theopneustos,
no significa “inspirada por Dios.”… No tiene nada que ver con la inspiración
sino con el aliento de Dios. La escritura no es producto del soplo divino
dentro de sus autores humanos, sino que es exhalada por Dios, “espirada por
Dios”, es el producto del aliento creativo de Dios.
En una palabra,
lo que declara este pasaje fundamental es simplemente que las escrituras son un
producto divino, sin ninguna indicación de cómo Dios ha operado en producirlas.
Sin embargo, ningún termino que hubiera acertado más enfáticamente la divina
producción de las escrituras podría haberse elegido que aquel que ya se ha
empleado. El “aliento” de Dios es, en la escritura, sólo un símbolo de su
omnipotente poder, el portador de su palabra creativa.
De la misma
forma en que Dios sopló en Adán el “aliento de vida”, así también sopló en las
escrituras el aliento de su vida. También leemos, en II Pedro 1:21: “santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo.” Este verso literalmente dice: “Porque la profecía no nació [fue
traída] por voluntad del hombre en
ningún momento, sino que hombres hablaron de Dios, siendo nacidos [o
traídos] por el Espíritu Santo.”
Benjamín
Warfield dice:
El término utilizado
aquí es muy específico. No debe ser confundido con guianza, dirección, control,
o aun dirigir en el completo sentido de la palabra. Este va más allá de todos
esos términos al asignar el efecto producido específicamente al agente activo.
Lo “cargado” es levantado por el “cargador” y es transportado por el poder del
“cargador”, no por sí mismo, hacia la meta del “cargador”, no del suyo propio.
Los hombres que hablaron por Dios son entonces declarados aquí haber sido
tomados por el Espíritu Santo y traídos por su poder a la meta elegida por Él.
Lo que ellos hablaron bajo esta operación del Espíritu Santo eran cosas del
Espíritu, no de los hombres.
B. DISTINCION
ENTRE REVELACION, INSPIRACION E ILUMINACION.
Es importante
distinguir entre revelación, inspiración e iluminación. Revelación es ese acto
de Dios por medio del cual Él comunica a la mente humana verdades que antes no
conocía; verdades que de ninguna otra manera podrían ser conocidas. Inspiración
tiene que ver con la comunicación de la verdad. Evans dice: “La revelación
descubre nuevas verdades, mientras que la inspiración supervisa la comunicación
de esa verdad.”
Todo lo que hay
en la Biblia no fue directamente revelado al hombre. En ella hay registros de
historia y de muchas observaciones personales. De lo que estamos seguros es que
ese registro es verídico. El Espíritu Santo dirigió e influyó a los escritores
para que, por inspiración, fueran guardados de todo error de verdad o de
doctrina. La Biblia registra los hechos y las palabras de Dios, del hombre y
del Diablo. Es sumamente importante notar cuidadosamente quien está hablando.
El Dr. Wm. Evans lo ha expresado bien:
A pesar de que
toda la escritura es inspirada, no sella con autoridad divina cada oración que
expresa como pronunciada por los hombres de quienes habla, ni tampoco marca con
aprobación divina cada actuación narrada, ejecutada por aquellos con cuyas
biografías trata. En el libro de Job, por ejemplo, la inspiración da, con igual
exactitud, el lenguaje de Jehová, las palabras de Satanás, y los discursos de
Job y de sus tres amigos; pero obviamente, no pone a todos en el mismo nivel de
autoridad. Cada orador es responsable de sus propias expresiones. Ni Satanás,
ni Job, ni sus tres amigos hablaron por inspiración de Dios. Ellos expresaron
sus propias opiniones; y todo lo que esa inspiración atestigua es que ninguno
de ellos es mal interpretado, pero que cada uno habló los sentimientos
atribuidos a él en la escritura.
Algunos
confunden inspiración con iluminación. Iluminación se refiere a la influencia
del Espíritu Santo, común a todos los creyentes, que les ayuda a asirse de las
cosas de Dios. “Pero el hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y
no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I
Cor. 2:14).
Esta iluminación
de cosas espirituales es prometida a todos los creyentes y puede ser
experimentada por ellos. “En aquella
misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu y dijo:
Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los
niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lc. 10:21). Pedro habla de un ejemplo
interesante donde a los profetas se les dio inspiración para registrar grandes
verdades, pero no les fue otorgada la iluminación para entender con exactitud
el significado de lo que profetizaban.
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros,
inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando
qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el
cual anunciaba… A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para
nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas… (I P. 1:10–12).
Algunos tratan
de explicar la inspiración de las escrituras como resultado de esta experiencia
de iluminación. Ellos afirman que dentro del hombre hay esta chispa de luz
divina que sólo necesitaba ser abanicada para permitir a los hombres de la
antigüedad escribir la Biblia.
Myer Periman
distingue dos diferencias específicas entre iluminación e inspiración:
Primera
diferencia: En
cuanto a duración, la iluminación es o puede ser permanente. “Más la senda de los justos es como la luz de
la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4:18).
La unción que el creyente ha recibido del Santo habita en él, dice Juan. “Pero la unción que vosotros recibisteis de
él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así
como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es
mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (I Jn. 2:27).
Por otra parte,
la inspiración era intermitente; el profeta no profetizaba a voluntad propia,
pero estaba sujeto a la voluntad del Espíritu. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana”,
declara Pedro (II P. 1:21), “sino que
los hombres santos hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” La
precipitación de inspiración profética es implicada por la expresión común, “La
palabra del Señor vino a tal persona.” Una clara distinción es trazada entre
los profetas verdaderos, quienes hablan sólo a medida que llega a ellos la
palabra de Dios, y los falsos profetas, quienes hablan el mensaje de su propia
imaginación (Jer. 14:14; 23:11, 16; Ez. 13:2, 3).
Segunda
diferencia: La
iluminación admite graduación, la inspiración no la admite. La gente varía en cuanto
al grado de su iluminación; algunos poseyendo más incentivo que otros. Pero en
el caso de inspiración, en el sentido de la Biblia, una persona es o no es
inspirada.
C. EL
SIGNIFICADO DE INSPIRACION.
¿Qué significa
en realidad, de la manera en que se aplica en la Biblia, esta palabra
“inspiración”? Desgraciadamente no todos los eruditos están de acuerdo. Por
esta razón, tenemos varias teorías de inspiración:
1. Perspectivas
liberales de inspiración.
El punto de
vista de un teólogo liberal está expresado particularmente en la declaración:
“La Biblia contiene la palabra de Dios.” Esto sugiere que también contiene una
variada mezcla de palabras de hombres. Su posición puede ser expuesta de la
siguiente manera: De lugar en lugar, dentro del libro, se encuentran revelaciones
que Dios dio a hombres piadosos en ciertos momentos, semejante a como ilumina
hoy en día las mentes de los hombres con incentivos hacia verdades divinas.
La Biblia es un
tipo de álbum religioso, compuesto de historias, leyendas, genealogías y poemas
de amor, que han sido clasificados, organizados y reorganizados sin ninguna
consideración de perfección cronológica o literaria. Lo peligroso de este punto
de vista es que pone en las manos del finito, débil y falible hombre el poder
para determinar qué y cuándo Dios está hablando. De esta manera, se le otorga
al hombre poder sobre la verdad infinita en vez de darle un lugar debajo de
ella.
2. Perspectivas
neo-ortodoxas de inspiración.
Estas
pueden ser resumidas en la declaración que dice que: “La Biblia se convierte en
la palabra de Dios.”
Consideremos
dos de estos puntos de vista neo-ortodoxos:
2.1. El punto de
vista existencial popularizado por Karl Barth.
Este reconoce
que hay muchos errores humanos y muchas imperfecciones en la Biblia, aun en los
autógrafos (originales). Pero la Biblia se convierte en la palabra de Dios
cuando Él elige utilizar este canal imperfecto para confrontar al hombre con su
palabra perfecta. Esto es logrado a través de un encuentro personal de Dios con
el hombre en un acto de revelación.
En esta
experiencia existencial—encuentro de crisis—la masa insignificante de la hoja
salta de la Biblia para hablarle concreta y significativamente al hombre. En
este “momento significativo” la Biblia se transforma para el creyente en la
palabra de Dios.
2.2. El punto de
vista demitologizante de Bultmann y Neibuhr.
La Biblia debe ser
despojada del mito religioso (demitologizar) para poder llegar al verdadero
significado del amor de Dios dado en el sacrificio de Cristo. Uno debe mirar a
través y más allá del registro histórico, con todo su mito y error, hacia lo súper-histórico.
Eventos tales como la caída del hombre, la crucifixión y resurrección, no son
necesariamente objetos de historia real y verificable. De aquí que, la Biblia
se convierte en una revelación cuando, por la correcta interpretación
(despojada del mito religioso), uno es confrontado con el amor absoluto
presentado en el “mito” del desinteresado amor de Dios en Cristo.
Nos podemos
preguntar ¿Cómo el escritor del evangelio puede estar errado en un área como
historia, donde podemos efectuar una revisión, y estar correcto en un área como
doctrina, donde no hay posibilidad de revisión? Estos hombres se rehúsan a
creer que Dios hizo el milagro de darnos, por inspiración, una Biblia infalible,
pero están preparados a creer que Dios efectúa diariamente el más grande
milagro de facilitarle al hombre, el encontrar y ver, en las palabras falibles
del hombre, las palabras infalibles de Dios. Es muy difícil ver por qué Dios
usaría el error para enseñamos la verdad.
De nuevo, ¿cómo
puede un simple creyente tener fe en un libro cuando se le ha dicho que sólo en
ciertas partes es verídico? Se le ha dicho que lo divida y se quede con lo
bueno. Pero, ¿cómo enfrentará el problema de dividir la Biblia en lo inspirado,
lo parcialmente inspirado y lo no inspirado?
¿Bajo qué
autoridad puede decir que esto o aquello no es de la mente de Dios? Intentar
decidir qué no lo es, es ponerse por encima de las escrituras y perder
enteramente el mensaje divino. Como se ha mencionado anteriormente, en estas
perspectivas hay una confusión entre revelación e iluminación. La Biblia no es
la palabra de Dios solamente cuando el hombre la oye y entiende. Es Dios
hablando al hombre esté o no esté escuchándolo. La Biblia declara ser la palabra
de Dios. Cualquier otra posición está enteramente contraria a la Biblia.
Hay algunos hoy
en día, diciendo ser evangélicos, que enseñan que hay muchos errores históricos
y científicos en la Biblia. Sin embargo, nos aseguran rápidamente que en lo
concerniente al plan de salvación es completamente inequívoca. ¿Cómo puede uno
estar tan seguro de que la Biblia es correcta en materia soteriológica cuando
está errada en hechos históricos y científicos? Parece como si fueran los
hombres, y no Dios, quienes nos están diciendo en qué debemos creer. Si la
Biblia no es completamente inequívoca, totalmente infalible, entonces no hay
una autoridad final en su mensaje.
Mientras que los
liberales contienden que la Biblia solamente contiene la palabra de
Dios, y los Neo-ortodoxos afirman que la Biblia se convierte en la
palabra de Dios en un existencial “momento significante”, la posición ortodoxa
o conservadora es que la Biblia es la palabra de Dios.
3. Las
perspectivas conservadoras.
La Biblia es la
palabra de Dios. Sin embargo, dentro de la escuela conservadora hay una
diferencia de opinión respecto a lo que involucra la inspiración:
3.1. La teoría
de dictado verbal.
Esta teoría
expone que cada palabra, aun la puntuación, es dictada por Dios, semejante a
como un ejecutivo de negocios le dictaría una carta a su secretaria. A esto se
le llama a menudo “inspiración mecánica” o “dictado verbal.” A los
fundamentalistas se les acusa comúnmente de suscribir a este método de
inspiración, pero sólo un pequeño porcentaje de ellos en realidad lo hace. La
gran debilidad de esta teoría es que elimina toda posibilidad de un estilo
personal en las escrituras del autor elegido divinamente—un fenómeno que es
claramente observable.
3.2. La teoría
del concepto inspirado.
En un esfuerzo
por compensar los peligros de la teoría de dictado verbal, algunos
conservadores han adoptado la idea de que Dios dio los pensamientos a hombres
elegidos, y los dejó a ellos que registraran estos pensamientos en sus propias
palabras. De esta manera, sólo los pensamientos, no las palabras, son inspirados.
Esto ha sido
llamado “inspiración dinámica.” Esto explica la humanidad de la Biblia, pero
debilita su divinidad. La teoría mecánica deifica al aspecto humano de la
Biblia mientras que la teoría dinámica humaniza la divinidad.
3.3. El punto de
vista verbal y de inspiración plenaria.
Este punto de
vista sostiene que todas las palabras escritas son inspiradas por Dios (II Ti.
3:16). “Verbal” significa las palabras, y “plenario” significa “lleno”, o
“completo”, como opuesto a parcial. De esta manera se sostiene que las palabras
mismas, y todas ellas, son inspiradas. Dios dio completa expresión a sus
pensamientos en las palabras del registro bíblico. Él guió la misma selección
de palabras usadas dentro de la personalidad y complejo cultural de los
escritores; de tal forma, y de manera inescrutable, la Biblia es la palabra de Dios
en las palabras de los hombres.
Charles Hodge ha
expresado bien el significado de inspiración verbal:
Significa que la
influencia divina que acompañaba a los sagrados escritores en lo que escribían,
del tipo que haya sido, se extiende a la expresión de sus pensamientos, al
idioma y a los pensamientos mismos, produciendo como resultado, el que en las
copias originales de los autógrafos, el lenguaje exprese el pensamiento que Dios
propuso transmitir con exactitud infalible, para que las palabras, como los
pensamientos, fuesen la revelación de Dios a nosotros.
Inspiración es
entonces el proceso por el cual hombres movidos por el Espíritu (II P. 1:21), produjeron
escrituras Espíritu-inspiradas (II Ti. 3:16). L. Gaussen nos da una excelente
definición de inspiración en lo siguiente, es “ese poder inexplicable que el
Espíritu divino puso sobre los autores de las sagradas escrituras para su
guianza, aun en el empleo de las palabras que usaron, y para preservarlos
igualmente de todo error y de toda omisión.”
Es reconocido
que aquí estamos en un área de misterio. Cómo llegó a acontecer exactamente la
inspiración infalible es algo que mentes finitas no pueden comprender. Que hay
un lado divino en el proceso no se puede negar. Pero que hay un aspecto humano
es igualmente claro. Dios usó a hombres.
Reconocemos ambos
elementos pero no los podemos reconciliar. Quizás la mejor ilustración es la
encarnación de Jesucristo. Cristo tiene un aspecto divino y otro humano. La
escritura también tiene un aspecto celestial y otro terrenal. En ambos, Cristo
y la escritura, el lado humano es perfecto, como también es el divino. Es
incorrecto tratar de deshacemos de la naturaleza divina de Cristo para poder
entender su naturaleza humana, como hicieron los arrianos. Es igualmente
erróneo sacrificar su verdadera naturaleza humana para poder explicar que Él es
divino, como hicieron los docéticos. Así que es incorrecto negar que las
palabras de la escritura son tanto humanas como divinas en su naturaleza.
El error está en
tratar de explicar lo inexplicable y de sondear lo insondable. Los medios o el
proceso de inspiración es un misterio de la providencia de Dios, pero el
resultado de este proceso es un registro verbal (palabras), plenario (que se
extiende a todas las partes equitativamente), infalible (sin error) y
autoritativo.
VII. LOS
SIMBOLOS DE LAS ESCRITURAS
Muchas veces la
Biblia utiliza un lenguaje simbólico para enseñar. A menudo, verdades
espirituales pueden ser transmitidas con mayor realidad por el empleo de
símbolos que traen una imagen a la mente humana. Por tal razón, hay un número
de símbolos utilizados a través de las escrituras con este propósito. Damos una
lista de aquellos que son más sobresalientes.
A. UN ESPEJO.
“Porque si alguno es oidor de la palabra pero
no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su
rostro natural.”
(Stg. 1:23–25) Esto ilustra el poder revelador
de la palabra.
B. UN CRÍTICO.
“Porque la palabra de Dios… discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12). “El griego de
Hebreos 4:12 se lee así: ‘La palabra
de Dios es… un crítico de los pensamientos e intenciones del corazón.’
F. LAS
VERSIONES.
Luego de los manuscritos,
la siguiente forma más importante de las escrituras que merece ser tenida en cuenta
por la antigüedad de su testimonio son las versiones. Una versión es una
traducción del idioma original de un manuscrito a otro idioma. Hay muchas
versiones, pero solo unas pocas se consideran como ejemplos a través de los
años hasta el tiempo presente.
1. La
septuaginta (Los setenta).
Esta es quizá la
más importante de las versiones por su fecha temprana y su influencia sobre
otras traducciones. La versión de la septuaginta es una traducción del Antiguo
Testamento hebreo al griego. Se comenzó alrededor de 200 a.C. y se terminó
alrededor de 180 a.C. Es probablemente el más antiguo intento de reproducir un
libro de un idioma a otro. Este es el documento bíblico más antiguo que
tenemos.
“Septuaginta”
significa “setenta.” La abreviación de esta versión es LXX. A veces se le llama
la “Versión alejandrina” porque fue traducida en la ciudad de Alejandría,
Egipto. Esta notable obra se llama “La septuaginta” por una antigua leyenda que
habla de setenta y dos doctos que vinieron a Alejandría de Palestina, (seis de
cada una de las doce tribus de Israel) para completar la obra en setenta y dos
días. De acuerdo con la historia, que es totalmente ficticia, los doctos
estaban aislados el uno del otro, colocados de uno en uno o de dos en dos por
celda. Cuando se compararon sus traducciones, ¡eran todas idénticas!
Ahora se cree
que la traducción fue hecha por judíos alejandrinos en vez de palestinos. La
obra se hizo en Alejandría. El pentateuco representa lo mejor de esta
traducción. Otras porciones del Antiguo Testamento son excelentes, pero algunas
son más una interpretación o comentario. Además de los treinta y nueve (39)
libros del Antiguo Testamento, la septuaginta contiene todo o parte de los
catorce (14) libros conocidos como el apócrifo. La septuaginta fue comúnmente
utilizada en la época del Nuevo Testamento y ha sido de gran utilidad en
traducciones subsiguientes.
2. El pentateuco
samaritano.
La raza
samaritana surgió luego de que los asirios conquistaron el reino del norte de
Israel, en 721 a.C., y llevaron la mayoría de las diez tribus a la cautividad.
Sargón, el rey de los asirios, mandó mucha de la gente idólatra de sus
provincias orientales a Israel (II Reyes 17:5, 6, 24). Estos se casaron entre
ellos, formando así la raza samaritana, una mezcla de judíos y paganos. Ellos
levantaron un culto rival a los judíos, construyendo un templo sobre el monte
Gerizim. Los samaritanos sólo aceptan el pentateuco. El pentateuco samaritano es
un pentateuco hebreo escrito con letras samaritanas.
No es una
traducción, sino una forma del mismo texto hebreo. La fecha de su escritura es
más o menos 430 a.C. II Reyes 17:26–28 cuenta de un sacerdote, entre los judíos
tomados cautivos en Asiria, que fue mandado de regreso a Samaria para enseñar a
la gente. Se cree que él llevó consigo un pentateuco hebreo y que de aquí se
hizo el pentateuco samaritano.
Se dice que en
la obra hay unas 6.000 variaciones del texto hebreo. La mayoría de estas son de
menor importancia, excepto donde los samaritanos deliberadamente hicieron
alteraciones para adecuarlo a sus creencias.
Hay
probablemente 100 copias de esta versión en distintas partes de Europa y
América. El manuscrito más antiguo conocido con fecha de 1232 está en la
Biblioteca Pública de Nueva York. Hay un rollo samaritano en Nablus (antiguo
Siquém) en Israel, que parece ser muy antiguo.
A medida que el
cristianismo se fue esparciendo más allá de Palestina, la necesidad de
traducciones de las escrituras a los idiomas de aquellos que estaban siendo
evangelizados llegó a ser evidente. De ahí que tenemos muchas versiones, de las
cuales sólo unas pocas se considerarán. Comparadas a los manuscritos, estas versiones
son de valor secundario, pero ayudan en algo a la comprensión del texto
original.
3. Versión
siria.
El idioma sirio
era el idioma principal hablado en las regiones de Siria y Mesopotamia. Es casi
idéntico al arameo.
3.1. El sirio
antiguo. Sólo
se ha sabido de su existencia por un poco más de 100 años. Hay dos manuscritos principales
de esta obra:
3.1.1. El sirio
curetano es
una copia de los evangelios del siglo quinto que consiste de ochenta (80)
hojas. Es nombrado en honor al Dr. Curetan del Museo Británico, quien lo editó.
3.1.2. El Sirio
sinaítico,
descubierto en el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí, es un
palimpsesto y sólo alrededor de tres cuartos es descifrable. La fecha asignada
es el siglo cuarto o el comienzo del quinto.
3.2. El
peshitta.
La palabra
“peshitta” significa “simple” o “común”. También ha sido conocido como la
Vulgata siria, o la versión Autorizada de la Iglesia del Oriente. Se ha
utilizado desde el siglo quinto de nuestra era. Contiene todo el Nuevo
Testamento con excepción de II Pedro, II y III Juan, Judas y Apocalipsis.
Existen alrededor de 250 manuscritos. Ha sido de gran utilidad a la crítica
textual y ha tenido una amplia circulación aun en China.
Hay una
traducción en inglés por George Lamsa.
4. Las versiones
latinas.
Sabemos que la
primera Biblia en inglés fue hecha del latín.
4.1. El antiguo
latín. Esta
data de una fecha muy temprana, posiblemente tan antigua como el 150 de nuestra
era. Existen alrededor de veinte copias. Es de esencial importancia como
testigo de la genuinidad del texto bíblico, por su antigüedad y su fidelidad al
texto que traduce.
4.2. La vulgata
latina. “Vulgata”
significa “común” o “corriente.” Esta es una gran versión de la Biblia en el
idioma latino. A causa de la gran cantidad de errores de los copistas de la
antigua versión latina, Dámaso, obispo de Roma, obtuvo los servicios de
Jerónimo para producir una revisión como norma autoritaria para las iglesias de
habla latina. Esto lo hizo en Belén: El Nuevo Testamento (382–383) y el Antiguo
Testamento (390–405).
Es escasamente
posible sobrestimar la influencia de la vulgata de Jerónimo sobre la Biblia en
inglés. Durante más de mil años todas las traducciones de las escrituras en
Europa occidental fueron basadas en esta obra. Eventualmente de la vulgata fue
hecha la Biblia oficial de la Iglesia Católica Romana y lo es hasta el día de
hoy.
En realidad, la
Biblia Católica Romana en español es una traducción de una traducción; y no es,
como la Biblia protestante, una traducción del idioma original griego. Después
del invento de la imprenta en 1450, la vulgata fue el primer libro impreso de
máquina movible (1455).
G. CRÍTICA
BÍBLICA.
1. La alta
crítica.
Hay dos tipos de
crítica bíblica que entran bajo el tema de introducción a la Biblia. La primera
de estas ha sido comúnmente llamada “Alta crítica” o “Crítica histórica.” Esta
tiene que ver con el examen de los diferentes libros de la Biblia desde el
punto de vista de su historia. Por ejemplo, esta crítica trata con la edad,
calidad de autor, genuinidad y autoridad canónica. Traza su origen,
preservación e integridad. Muestra su contenido, carácter general y valor.
Es una
disciplina que ha prestado un servicio útil a la comprobación de un canon genuino
de la escritura. A veces la expresión “Alta crítica” ha sido considerada
extremadamente perjudicial para una actitud correcta y reverente hacia las
sagradas escrituras. Esto es cierto donde el docto ha perdido de vista la
inspiración de la palabra y ha insertado su propia actitud escéptica e
incrédula.
2. Crítica
menor.
La segunda forma
de crítica se conoce como “Crítica menor.” Esta tiene por objeto la
verificación de las palabras exactas de los textos originales de la Biblia. Su
método es coleccionar y comparar manuscritos antiguos, versiones antiguas y
citas antiguas de la escritura y determinar la verdadera lectura de cada pasaje
dudoso.
H. EVIDENCIAS
PARA TEXTOS BIBLICOS.
El crítico
bíblico sincero usa tres fuentes principales de evidencia para determinar las
palabras exactas, las más cercanas a los manuscritos originales. Nos hemos
referido previamente a dos de estos: los manuscritos y las versiones. Una
tercera fuente útil debe ser considerada; aquella de las escrituras de los
padres primitivos de la iglesia.
1. Los padres de
la iglesia.
A estos hombres
se les llamaba “padres” que es sinónimo de “maestros.” Estos fueron los grandes
dirigentes, teólogos, maestros y doctos de los primeros siglos después de
Cristo. Estos hombres eran cristianos dedicados que escribían sermones,
comentarios y armonías. Ellos contendían fervorosamente por la fe en contra de
las incursiones paganas.
Los siguientes
son algunos de los nombres mejor conocidos de un grupo que se dice contaba con
unos 200 hombres durante los primeros siete siglos:
• Para el
período 96–150: Clemente de Roma, Hermas, Ignacio, Policarpo.
• Para el
período 150–325: Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes,
Tertuliano, Cipriano, Tatiano.
• Para el
período 325 en adelante: Eusebio, Atanasio, Jerónimo, Agustín.
Estos hombres
citaron libremente de la Biblia, no solo todos los veintisiete libros del Nuevo
Testamento, pero virtualmente cada verso de esos veintisiete libros. Geisler y
Nix afirman: “Sólo cinco Padres, desde Ireneo hasta Eusebio, poseen casi 36.000
citas del Nuevo Testamento.”
2. Los rollos
del Mar Muerto.
Descubiertos por
primera vez en marzo de 1947 por un joven cuidador de cabras beduino en una
caverna cerca al lado Norte del Mar Muerto. Los rollos del Mar Muerto,
alrededor de 350 en total, han sido considerados uno de los mayores encuentros
arqueológicos del siglo veinte. Escritos por Esenio, entre el primer siglo antes
de Cristo y el primer siglo después de Cristo, las porciones bíblicas de estos
rollos nos dan manuscritos de centenares de años más antiguos que cualquier otro.
Se han hallado
porciones de todo el Antiguo Testamento, con la excepción del libro de Ester.
De especial interés son los rollos del libro de Isaías, porque uno de los dos
rollos que se encontrado es el libro completo de este gran profeta. Aquí hay un
manuscrito de Isaías 1.000 años más antiguo que cualquier otro que haya salido
a la luz. En una forma notable, los rollos confirman la exactitud del texto
masorético del Antiguo Testamento.
3. Los papiros.
De gran interés
a eruditos bíblicos es el número de descubrimientos recientes (1931) de papiros
hallados en tumbas en Egipto. Estos han sido frecuentemente reconocidos como la
ganancia más importante para la crítica textual del Nuevo Testamento desde que
Ticendorf anunció el descubrimiento de los códices sinaíticos.
Estos papiros
han sido adquiridos por un notable colector de manuscritos, A. Chester Beatty.
Otros están en posesión de la Universidad de Michigan y como propiedad privada
de algunos individuos. Contienen parte del Antiguo Testamento en griego:
porciones considerables de Génesis, Números y Deuteronomio, y partes de Ester,
Ezequiel y Daniel. Tres manuscritos del grupo son de libros del Nuevo
Testamento: porciones de treinta hojas de los Evangelios y de Hechos, ochenta y
seis hojas de las epístolas paulinas y diez hojas de la sección media del libro
de Apocalipsis. Este material es de la mayor importancia porque data del siglo
tercero o antes que esto.
El texto es de
tan alta calidad que está en la misma clase que los códices vaticano y sinaítico.
El fragmento de John Rylands es un pequeño pedazo de papiro de sólo 38,96 por
6,4 cm de tamaño. Aunque es pequeño, es
reconocido ser el manuscrito más antiguo de cualquier parte del Nuevo
Testamento. Está escrito sobre ambos lados y contiene una porción del Evangelio
de Juan 18:31–33, 37, 38. Fue obtenido en 1920.
Papiro Bodmer
II—en 1956, Victor Martin, un profesor de filología clásica de la Universidad
de Ginebra, publicó un códice de papiro del Evangelio de Juan. Esto incluye
capítulos 1:1 hasta 14:26. Data del año 200 y es probablemente el libro más
antiguo del Nuevo Testamento en condición substancial.
4. Declaraciones
alentadoras.
4.1. Las
doctrinas de las escrituras. Cualquiera que sea la variante de las
lecturas descubierta por los críticos bíblicos, es un hecho reconocido que
ninguna de ellas de ninguna manera altera la doctrina de la fe cristiana.
4.2. Pureza de
texto. “Westcott
y Hort, Ezra Abbot, Philip Sclíff, y A. T. Robertson han evaluado
cuidadosamente la evidencia y han concluido que el texto del Nuevo Testamento
es más que 99 por ciento puro.”
I. LO QUE SE
CONOCE DE DIOS
A.
INCOMPRENSIBLE.
Dios es el ser
infinito. En un sentido, Él es incomprensible; ¿cómo pueden seres finitos
comprender al ser infinito e ilimitable que es Dios? Zofar, en el libro de Job
dijo, “¿Descubrirás tú los secretos de
Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?” (Job 11:7). Zofar
no era un profeta inspirado, ya que algunos de sus razonamientos fueron
considerados como falsos, pero sus palabras resuenan a través de San Pablo en
Romanos: “¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios,
e inescrutables sus caminos!”
(Rom. 11:33).
(Ver Is. 40:18, 25; Sal. 36:6).
Obviamente no
podemos comprender la plenitud de la naturaleza de Dios ni tampoco podemos
saber completamente todos sus planes y designios.
B. PERO
CONOCIBLE.
Por otro lado,
la escritura afirma que se puede conocer a Dios. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo
a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
(Heb. 1:1–3).
El apóstol Juan
declara en su evangelio: “A Dios nadie
le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre le ha dado a
conocer” (Jn. 1:18).
Aunque el hombre
sin ayuda no puede llegar a conocer al Dios infinito, es claro que Dios se ha
revelado a sí mismo y puede ser conocido hasta el grado donde llega su propia
revelación. En efecto, es esencial para el hombre conocer a Dios a fin de
experimentar la redención y tener vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Jn. 17:3). “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido,
y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero…”
(I Jn. 5:20).
Durante esta
vida podemos y debemos conocer a Dios hasta el nivel necesario para la
salvación, confraternidad, servicio y madurez, pero en la gloria celestial
llegaremos a conocer más enteramente a Dios: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido”
(I Cor. 13:12).
(Ver también I Cor. 1:21; Ef. 1:17; Fil. 3:10; Col. 1:10;
Rom. 1:19–23,
28; II P. 1:2, 3).
II.
LA EXISTENCIA DE DIOS
A. EL VALOR DEL
ARGUMENTO DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
Algunas
personas, con buena razón, cuestionarán el valor de los argumentos acerca de la
existencia de Dios. En ninguna parte la Biblia argumenta la existencia de Dios.
Ella asume su existencia como un hecho aceptado. El primer versículo de las
Sagradas Escrituras afirma: “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). El salmista
proclama más adelante, “Dice el necio
en su corazón: No hay Dios.” (Sal. 14:1a).
El creyente y
todos los adoradores de Dios han aceptado la existencia de Dios como un acto de
fe. Algunos teólogos, tales como Soren Kierkegaard y Karl Barth rechazan toda
teología general o natural y afirman que Dios puede ser conocido sólo como un
acto de fe. Sin embargo, la fe del creyente no es ni ciega ni irrazonable. La
fe es un don de Dios (Rom. 10:17); y es sostenida por evidencias claras para la
mente imparcial. El salmista dice como consuelo para los creyentes: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). San Pablo destaca
en el primer capítulo de Romanos que aún aquellos sin una revelación de la
escritura no tienen excusa por su incredulidad:
Porque lo que de Dios se conoce les es manifestado, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido
a Dios, no lo glorificaron como a Dios… (Rom. 1:19–21).
Por medio de
esto se puede ver que la Biblia sostiene la validez de una teología natural.
Sin embargo, debemos recordar que aunque una teología natural puede señalar a
un creador poderoso, sabio y benévolo, ésta no dice nada para resolver el
problema del pecado del hombre, su dolor, su sufrimiento, y su necesidad de redención.
La teología natural tampoco puede afirmar lo expresado por Juan el Bautista, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo” (Jn. 1:29).
Aún más, es
importante tener en mente que los argumentos de la existencia de Dios, tales
como aquellos suplidos por la teología natural, no llegan a ser una
demostración absoluta. Los seres finitos no pueden demostrar la existencia de
un Dios infinito. J.O. Buswell dice:
No existe un
argumento conocido por nosotros que, como argumento, lleve a más que una
probable (altamente probable) conclusión. Por ejemplo, la mayoría de nosotros
cree que el sol saldrá mañana por la mañana, pero si fuéramos a analizar las
evidencias, los argumentos que llevan a tal conclusión, seríamos forzados a admitir
que los argumentos, por buenos que sean, están caracterizados por la
probabilidad. Los argumentos teológicos no son ninguna excepción a la regla de
que todo argumento inductivo sobre lo que existe es un argumento de
probabilidad. Este es el punto al que los argumentos, como argumentos, afirman
llegar.
Los siguientes
argumentos de la existencia de Dios no son un sustituto para la revelación de
Dios en la Escritura, ni tampoco pueden llevar a una fe salvadora. Son un
consuelo al creyente, y pueden ayudarle al predicador del evangelio a despertar
a los oyentes y obtener una audiencia atenta. Sólo el Espíritu Santo suplirá fe
verdadera en Dios.
B. LOS
ARGUMENTOS DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
1. El argumento
que parte del razonamiento.
La primera fase
del argumento que parte del razonamiento es la de “causa y efecto.” A nuestro
alrededor hay efectos tales como materia y movimiento. Para su explicación, hay
tres alternativas:
1.1. Existen
eternamente: No
es probable que el universo haya existido eternamente, porque toda evidencia indica
que el universo se está gastando. De acuerdo con la segunda ley de
termodinámica, el sol y las estrellas están perdiendo energía en considerable
proporción; si hubieran existido desde la eternidad ya se hubieran agotado. Los
materiales radioactivos están
perdiendo su radiación. Estudios espectográficos de las estrellas muestran que
todos los cuerpos están viajando hacia afuera desde centro, indicando un
comienzo.
1.2. Surgieron
de la nada: El
decir que la materia y el movimiento surgieron de la nada es una contradicción;
“de la nada, nada viene.”
1.3. Fueron
causados: La
explicación más razonable es que materia y movimiento fueron creados en un
punto del tiempo. La mayoría de los científicos actualmente datan al universo
variadamente entre cinco y veinte billones de años de antigüedad. Algunos
proponen como principio una serie de emersiones o un creador impersonal, pero
considerando la existencia de inteligencias, y la gran complejidad de la
creación, es muy probable que el universo sea la obra de un creador inteligente
como expone la Biblia. No es probable que una fuente suba más alto que su
propio manantial, ni que seres racionales surjan de una fuente irracional.
Otra fase del
argumento que parte del razonamiento es que el hombre tiene un conocimiento
innato de Dios. La evidencia de esto se encuentra en la creencia universal en
un ser supremo de algún tipo. Escasamente puede encontrarse una tribu sin fe en
una fuerza o ser superior. “El hombre es incurablemente religioso.” Esto no
significa que todos los hombres tienen una creencia completamente formada en
Dios. Es muy cierto que la creencia religiosa y la propensión a alabar a una
deidad son naturales en el hombre. Aun el ateo que niega la existencia de Dios
demuestra que está confrontado con la idea de Dios, y de alguna manera debe
guardar activamente el concepto.
2. El argumento
que parte de la naturaleza.
Para casi todo,
encontramos un propósito designado en la naturaleza. Todo el universo despliega
un movimiento preciso y ordenado. “El
que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las
naciones, ¿no reprenderá?” (Sal. 94:9, 10). Todas las cosas parecen ser
una parte del balance de la naturaleza.
La tierra está
inclinada sobre su eje con relación al sol y de ese modo provee las estaciones
y la mejor distribución de luz y calor durante el año. La tierra está a una
distancia ideal del sol para evitar el calor severo o el frío congelante. La
composición química de la atmósfera está en un balance ideal para la vida
animal y vegetal. La proporción de tierra y agua en la superficie terrestre
proporciona la lluvia y humedad correcta.
Vientos y
corrientes marinas proveen aire acondicionado y tibias líneas costeras.
Bendiciones tales como los sonidos musicales para los oídos y la belleza del
color, muestran un diseño que no se necesita para simple utilidad, y hablan de
un creador que diseñó oídos y ojos como receptores. Ahora, ¿pueden seres
inteligentes creer que una fuerza impersonal o un proceso trajo a existencia
este maravilloso universo?
Una ilustración
que nos enseña grandes cosas es el estudio de las características del agua. El
agua es una de las sustancias más comunes del universo. La mayoría de las otras
sustancias llegan a ser más densas a bajas temperaturas. El agua,
afortunadamente se expande llegando a ser menos densa cuando se congela. En
forma de hielo, el agua flota sobra la superficie de lagos, ríos y mares. Si el
agua, en su estado sólido, se tornara más densa y se hundiera al fondo, muchos
ríos, lagos y mares nunca se descongelarían y gran parte de la superficie terrestre
llegaría a ser glaciar e inhabitable. ¿No fue un sabio creador el que dio al
agua sus diferentes características?
3. El argumento
que parte de la historia.
El argumento que
parte de la historia descansa sobre el fundamento de la divina providencia. Los
estudiantes de historia, a no ser que estén ciegos o sean parciales,
descubrirán la obra de la divina providencia.
Esto no
significa que un propósito sabio es visible en todos los eventos. Se debe tomar
en cuenta que el hombre es pecaminoso y rebelde, y hasta cierto punto, un
agente moral libre. Dios no causa cada evento individual, pero está en control
del fluir de los eventos, llevando a cabo sus propósitos. Él cumple las
profecías inspiradas que están registradas en su palabra.
Si uno estudia
la Biblia junto con la historia, discernirá un modelo divino enfocado sobre
Cristo Jesús, el Hijo de Dios. Este enfoque no es sólo sobre la vida terrenal
de Cristo. El propósito de Dios en Cristo es visto en la historia de Israel y
en su esperanza de un redentor (Gn. 12:1–3; Is. 52:10–53:12); en la
encarnación, vida, muerte y resurrección
de Cristo; en el triunfo de la iglesia a través de múltiple oposición, y en la indestructibilidad
de Israel a través de los siglos.
La originalidad
de Cristo está bien expresada por Napoleón en una carta al general Bertrand:
Efectos divinos
me obligan a creer en una causa divina. Sí!, hay una causa divina, una razón
soberana, un ser infinito. Esa causa es la causa de causas… Existe un ser
infinito, que comparado con usted general, le hace sólo un átomo; comparado con
quien yo, Napoleón, con todo mi genio, soy verdaderamente nada; puramente nada.
Yo lo percibo—Dios. Yo lo veo, tengo necesidad de Él, creo en Él. Si usted no
cree en Él, pues peor para usted. Pero usted, general, todavía creerá en Dios.
Puedo perdonar
muchas cosas, pero siento horror ante un ateo y materialista… Los dioses, los
legisladores de India China, Roma, y Atenas, no tienen nada que pueda
maravillarme de sobremanera… No es así con Cristo. Todo en Él me asombra, y su
voluntad me confunde. Entre El y cualquier otra persona en el mundo, no existe
un posible término de comparación. Él, en sí mismo, es verdadero. Sus ideas y
sus sentimientos, las verdades que Él anuncia, su manera de convencer, no son
explicadas por organización humana, ni por la naturaleza de las cosas. Su
nacimiento, y la historia de su vida; la profundidad de su doctrina, que lucha
con las más poderosas dificultades, la más admirable solución.
Su evangelio… su
marcha a través de las edades y los reinos, todo es para mí un prodigio, un
insoluble misterio, que me sumerge en un arrebato del que no puedo escapar, un
misterio está allí delante de mis ojos, un misterio que no puedo ni negar ni explicar…
busco en vano en la historia para encontrar el igual de Jesucristo.
4. El argumento
partiendo del alma humana.
El argumento que
parte del alma humana tiene dos partes: (1) la de la imagen de Dios en el
hombre y (2) la de la naturaleza moral del hombre. La Palabra de Dios declara
que el hombre está creado a la imagen de Dios:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos,
en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la
tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y
hembra los creó (Gn.
1:26, 27).
No debemos
buscar la imagen de Dios en el hombre físico, porque Dios es Espíritu (Jn.
4:24); más bien, debemos buscar la imagen de Dios en el hombre espiritual: “y revestido del nuevo, [hombre] el cual conforme a la imagen del que lo creó
se va renovando….” (Col. 3:10). La imagen de Dios en el hombre se ve en
que el hombre tiene dominio sobre las criaturas menores, y especialmente, en su
capacidad y deseo ardiente de comunión con Dios. La otra marca de la imagen
divina se ve en la naturaleza moral del hombre, su sentido de deber y
responsabilidad, y en la posesión de una conciencia: “mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio
su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…”
(Rom. 2:15). C.
S. Lewís dice:
Estos son los
dos puntos que yo quería tratar. Primero, que seres humanos, en toda la tierra,
tienen esta curiosa idea de que deben portarse de cierta manera, y no pueden
realmente deshacerse de ella. Segundo, de hecho no se portan de esa manera.
Conocen la ley de la naturaleza, y la
quebrantan. Estos dos hechos son el fundamento de todo pensamiento claro sobre
nosotros y el universo en que vivimos.
Un Dios personal
nos hace responsables por nuestra conducta y nuestra actitud. Debemos rendirnos
a su voluntad o vivir con una conciencia culpable. Uno puede lograr borrar la
superficie de su conciencia o callarla por decepción propia, pero entonces,
invariablemente creará su propio sistema de valores. La experiencia ha demostrado
que el sistema de ética de la Biblia creada por Dios, después de todo, es el
más adecuado a la naturaleza moral del hombre.
5. El argumento
que parte de la Escritura.
El argumento que
parte de la Escritura descansa sobre sus declaraciones y sobre su exactitud. La
Biblia declara ser la Palabra inspirada de Dios (II Ti. 3:16, 17; II P. 1:20,
21; I Cor. 2:12, 13; Jer. 1:1–13). Ningún libro en el mundo ha sido tan
ampliamente aceptado como mensaje de Dios. Sus opositores y los escépticos han
lanzado todo ataque concebible en su contra, pero su popularidad se mantiene.
Su exactitud ha sido repetidamente impugnada, pero cada vuelta de la pala de
los arqueólogos confirma la exactitud de algún pasaje dudoso.
El Dr. W.F.
Albright, reconocido arqueólogo, escribe: “Nada que tienda a estorbar la fe
religiosa judía o cristiana ha sido descubierto… Descubrimiento tras
descubrimiento ha establecido la exactitud de innumerables detalles y ha traído
incrementado reconocimiento al valor de la Biblia como un libro de recurso de
la historia.
Ningún otro
libro se compara con la Biblia en cuanto a su elevada enseñanza moral y
espiritual. Escrita hace siglos, la Biblia es más moderna que los periódicos de
hoy. Nunca cesa de hablar con poder, sanando los más profundos problemas del
alma y del espíritu humano.
III. LA
NATURALEZA DE DIOS
El acercamiento
al estudio de la naturaleza de Dios debe ser humilde y reverente. ¿Quién puede
definir la naturaleza y la esencia del Dios infinito? No sólo son sus caminos “inescrutables” (Rom. 11:33), su naturaleza
y ser sobrepasan nuestra comprensión. Sin embargo, Dios nos ha revelado lo
necesario de su naturaleza esencial para poder servirle y adorarle. Es
especialmente importante entender la naturaleza de Dios, como está revelada en
la Biblia, porque muchos conceptos diferentes de deidad son sostenidos por
aquellos que rechazan al Dios de las Escrituras.
La Biblia no nos
da una sola definición comprensible de Dios; si “los cielos de los cielos no te pueden contener” (I R. 8:27),
¿cómo puede una oración o un párrafo de palabras humanas definir su ser? La
siguiente es una definición teológica, que sirve tan bien como cualquier otra:
“Dios es un Espíritu, Infinito, Eterno, e Invariable en su ser, sabiduría,
poder, santidad, justicia, bondad y verdad.” (Catecismo de Westminster)
Varias
declaraciones sobre Dios en la Escritura definen aspectos de su naturaleza,
tales como: “Dios es Espíritu”
(Jn. 4:8), “Dios es luz” (I Jn.
1:5), “Dios es amor” (I Jn.
4:8), y “Dios es fuego consumidor”
(Heb. 12:29). En esta sección enfocaremos nuestra atención sobre cuatro
aspectos de la naturaleza divina.
A. DIOS ES
ESPIRITU.
1. Aspecto
positivo—afirmación de la Escritura.
La declaración
de que Dios es Espíritu, significa que no puede ser limitado a un cuerpo
físico, ni a dimensiones de espacio y tiempo. Él es el Invisible, Eterno Dios:
“A Dios nadie lo vio jamás; el
unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”
(Jn. 1:18). Porque Dios es Espíritu, Él puede decir, “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(Mt. 28:20); “Porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt.
18:20); y “No te desampararé, ni te
dejaré” (Heb. 13:5).
Jesús indicó que
el hombre debe ser “nacido del espíritu”
para poder entrar en el reino de Dios, a fin de tener comunión con Dios quien
es Espíritu (Jn. 15).
2. Aspecto
negativo—no corporal, no localizado.
Dos problemas
surgen en conexión con la afirmación de que Dios es Espíritu. Primero, algunos
pasajes bíblicos representan a Dios teniendo ojos, oídos, o un brazo (Is. 52:10; Sal. 34:15). Estas son
figuras gramaticales llamadas “antropomorfismos” (que significan, semejante al
hombre). Viviendo en un mundo material, al hombre le es difícil pensar que Dios
percibe o actúa sin miembros humanos; por lo tanto, las Escrituras
condescendientes a nuestra limitación, le atribuyen a Dios (figurativamente
hablando) “oídos” para oír nuestro llanto, o un “brazo” para ayudamos. Dios,
hablando a través del gran profeta Isaías, y pensando en nuestra limitación
humana dijo:
¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo.
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y
cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la
grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. ¿Por qué dices, olí Jacob, y
hablas tú Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi
juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó
los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio, y su
entendimiento no hay quien lo alcance (Is. 40:25–28).
El Espíritu
eterno no necesita ojos para ver nuestra necesidad, ni se fatiga en su
actividad redentora.
El segundo
problema con la representación de la espiritualidad de Dios, es que a veces Él
es representado apareciendo en forma humana (Ver Génesis capítulos 17, 18, 19;
Jos. 5:13–15). Aunque Dios es en esencia Espíritu, El que hizo todos los seres
y cosas puede, para sus sabios fines, asumir cualquier forma que se adecue a su
propósito.
Hay un número de
casos donde Dios se apareció en forma visible; un ejemplo de esto es su
aparición a Abraham para asegurarle el hijo prometido, a través de cuya
descendencia, todas las naciones serían bendecidas.
Estas
apariciones se llaman “teofanías.” Ellas sin embargo, no contradicen la
naturaleza espiritual de Dios. ¡Qué maravilloso es que Dios el Hijo tomara
forma humana sobre sí mismo a fin de convertirse en nuestro redentor, sumo
sacerdote y rey eterno! “Felipe le
dijo, Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo… El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre…”
(Jn. 14:8, 9).
Aún más, en I
Corintios 15:38–54, San Pablo dice que seres espirituales pueden tener cuerpos
espirituales. Después de la resurrección, Jesús tuvo un cuerpo espiritual que
no estaba sujeto a limitaciones físicas (Jn. 20:19–29), y hay alguna indicación
que puede ser que Él, en su cuerpo espiritual, llevará eternamente las marcas
de la prueba rigurosa del Calvario.
B. DIOS ES
PERFECTO.
Jesús le dijo a
sus discípulos, “Sed, pues, vosotros
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt.
5:48). Es prácticamente imposible pensar en el Creador, quien es al mismo
tiempo justo y amoroso, santo y misericordioso, eterno juez y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, como algo menos que perfecto. Las Escrituras lo afirman,
declarándolo un ser perfecto. Las perfecciones de Dios serán vistas con
mayor claridad cuando estudiemos sus atributos.
C. DIOS ES PERSONAL.
Un ser personal
es uno que es consciente de sí mismo, que posee intelecto, sentimientos y
voluntad. Es popular entre los sofisticados de hoy en día creer en un Dios
impersonal, quien es semejante aun principio de vida al cual se puede referir
como “Naturaleza.” Ese “dios” no contesta oraciones, ni siente desagrado ante
hechos injustos; es sólo el universo mismo, incluyendo sus leyes. Tal “dios”
impersonal no puede confrontar nuestro egoísmo, como tampoco puede ayudarnos
cuando nuestros problemas van más allá de lo que podemos sobrellevar.
El Dios de la
Sagrada Escritura es un Dios personal, trascendente, el cual se mantiene
aparte del universo como su creador; pero quien, al mismo tiempo, es un Dios
inmanente que reside dentro de su creación preservándola y cuidándola como un
Padre celestial.
La personalidad
de Dios es revelada en su trato con Moisés, cuando declaró su nombre: “Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel:
Yo soy me envió a vosotros” (Ex. 3:14). Después
en Éxodo 6:23 “… Yo soy Jehová.
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob
como Dios Omnipotente [El
Shaddai], más en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos.”
La palabra
hebrea Jehová o Yahweh se
deriva del verbo “ser.” “Yo soy el que soy” puede ser un tipo de interpretación
del nombre Jehová. Jehová Dios,
es Él que fue, quien es, y que será eternamente. Como persona, Dios se
revela aquí con un nombre personal; El habla y entra en un pacto como un ser
inteligente, contesta las indagaciones de Moisés como uno que responde ante la
ansiedad humana, y comparte su preocupación con él. Él escoge a un hombre para
llevar a cabo su voluntad de dirigir a Israel como una nación testigo
entre las naciones. Él declara que ha oído los gemidos de su pueblo en Egipto,
cuya angustia le importa. Este es un Dios personal, no solamente un alma
impersonal del universo.
En el Nuevo
Testamento, el Hijo de Dios (que era una persona) dijo, “Porque como el Padre tiene vida en sí
mismo, así también ha dado
al Hijo el tener vida en sí mismo…” (Jn. 5:26). Esto nos
enseña que el Padre es el mismo tipo de persona que el Hijo al cual Él dio su vida.
El hombre como
criatura de Dios tiene intelecto, emociones, y voluntad, y es capaz de
contemplar inteligentemente a Dios y su universo como una persona racional,
pero esto no lo hace superior a Dios en capacidades. Dios tiene una
personalidad divina, que va mucho más allá de la de sus criaturas, pero si Él
hizo al hombre para comulgar con Él y para que éste le alabe, ciertamente lo
dotó con características semejantes a las de su naturaleza cuando lo hizo a su
propia imagen.
El evangelio de
la Biblia es el mensaje de Dios al pecador que ha desobedecido a un Dios
personal, que le ha ofendido con su rebelión. Este pecador lleva una carga de
culpabilidad que sólo una nueva relación con
Dios, hecha
posible por la obra redentora del Hijo de Dios, aliviara: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1); “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). El amor no puede venir
de un principio impersonal, el amor es una característica personal.
D. DIOS ES UNO.
La ley de Dios
dada sobre el Sinaí comienza con la declaración: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt.
6:4). No hay nada de mayor condenación en la Escritura que la adoración de
otros dioses: “No andaréis en pos de
dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos…”
(Dt. 6:14). Las naciones adoraban a muchos dioses que correspondían a las
fuerzas de la naturaleza, dioses que eran la creación de su propia imaginación,
que eran representados por imágenes e ídolos.
Estas naciones
idólatras eran una espina continua en el costado de Israel. La caída de Israel
fue su constante coqueteo con estas deidades de la naturaleza. Cuando Acab, el
rey de Israel había abierto la puerta a la adoración de Baal, un dios natural
falso, Elías desafió espectacularmente a los profetas de Baal y Asera a una competencia con Jehová, el Dios vivo. (I R. 18:21–40). Entonces él oró, “Respóndeme Jehová… que conozca este pueblo
que tú, oh Jehová, eres el Dios…” (I R. 18:37). Cuando Jehová, no las falsas deidades,
contestó con fuego, el pueblo, unánime gritó “¡Jehová es el Dios!” (I R. 18:39).
Para el hombre
de Dios era importante ponerle un alto a la catastrófica inclinación hacia el
politeísmo. La Biblia, entonces, llama inflexiblemente a la adoración de un verdadero
Dios. El profeta Isaías hizo sonar el mismo llamado de trompeta: “Así dice Jehová Rey de Israel,… Yo soy el
primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Is. 44:6).
Proclamando la misma gran verdad, nuestro Salvador dijo en oración al Padre, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, el único Dios verdadero…” (Jn. 17:3). El apóstol Pablo alaba a los
tesalonicenses porque “Os convertisteis
de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (I Tes.
1:9).
Solía ser
ampliamente enseñado que la religión evolucionó de un original animismo y
politeísmo (muchos dioses) a un monoteísmo (un solo dios). Las evidencias
arqueológicas más recientes, junto con el encuentro de misioneros modernos,
indican que el hombre era originalmente monoteísta (desde la revelación de Dios
mismo a los primeros padres), y que las religiones de las naciones llegaron a
ser más corruptas con el pasar del tiempo. Habrá una sección sobre la trinidad
de Dios más adelante (sección VII), pero es importante establecer primeramente
la unidad de Dios.
E. TEORIAS ERRONEAS
ACERCA DE DIOS.
La enseñanza de
la Biblia sobre Dios es que Él es el omnipotente, omnisciente, creador de todas
las cosas, justo y santo y al mismo tiempo amoroso y misericordioso; Él es
trascendente (sobre la creación y distinto a ella) y al mismo tiempo, inmanente
(se involucra y reside con su creación). Él es un Dios personal que busca
comunión con su pueblo redimido; castiga la rebelión absoluta con muerte eterna
y recompensa la fe y obediencia con vida eterna a través de su Hijo y mediador,
Jesucristo. Él es el ser supremo que a la vez es Padre celestial.
Él llamó a
existencia al inmensurable universo, esta tan al tanto del vuelo de la
golondrina, como lo está del llanto más tenue. Él hizo las galaxias, pero se
rebajó al pesebre de Belén. Temblamos ante su majestad, pero buscamos consuelo
en su amor incondicional. Él habita más allá de la más remota galaxia, pero no
está más lejos de nosotros que el alcance de fe. Este es el Dios de los
cristianos. Existen, sin embargo, diferentes puntos de vista sostenidos por
aquellos que ignoran la doctrina escritural de Dios.
1. Ateísmo.
El ateo niega la
existencia de toda deidad. Él cree que el universo ocurrió por casualidad, o
que ha existido siempre y está sujeto a leyes residentes e impersonales. Pero,
¿es razonable el hombre terrestre que niega la existencia del creador de un
universo, cuya vasta expansión no puede explorar más allá de lo que un topo puede
explorar la Catedral de San Pablo? En efecto, hay dos tipos de ateos: (1) el
ateo filosófico que niega que Dios existe, y (2) el ateo práctico que vive como
si Dios no existiera.
2. Agnosticismo.
El agnóstico no
niega la existencia de Dios; él niega la posibilidad del conocimiento de Dios.
El profesor Huxley, quien inventó la palabra “agnóstico”, tomó el término del
altar griego en Atenas referido por San
Pablo en Hechos
17:23 que tenía la inscripción “Agnosto Theo” (el dios desconocido). Pero el
profesor Huxley no comprendió la intención de la inscripción. El “dios
desconocido” ateniense, era el verdadero Dios sobre todas las deidades menores.
Esas deidades, en realidad, eran sólo héroes humanos de los comienzos de la
historia a quienes los griegos habían elevado a la posición de dioses.
Sócrates y
Platón obtuvieron algún conocimiento de la existencia de un ser supremo,
solamente que no supieron cómo llamarlo. El agnosticismo es muy popular hoy en
día; es un cómodo refugio para aquellos que se creen intelectuales, pero que no
quieren tomar una posición de fe en el Dios de las Escrituras. Un sincero y humilde
buscador de Dios tarde o temprano lo hallará, porque Él no está lejos de
ninguno de nosotros.
3. Materialismo.
El materialista
niega la existencia del espíritu, o seres espirituales. Para él toda realidad
es solamente materia en movimiento. La mente y el alma humana son sólo
funciones del cerebro físico desarrollado a través de billones de años por
evolución gradual. No existe la vida después de la muerte; el “cielo” o el
“infierno” son sólo estados terrenales de placer o dolor, de éxito o derrota.
Si el materialista es constante, no tiene ninguna base real para la moralidad;
hacer el bien es sólo hacer lo que trae el mayor placer al mayor número, pero no
hay ninguna otra razón por la que él sienta profunda obligación a ser moral
aparte de la pérdida de su propia estima. De acuerdo con el materialista, no
hay juicio superior al del nivel humano, el pecado es sólo imperfección.
4. Panteísmo.
Esta es la religión
del hinduismo. Dios es simplemente naturaleza, la suma total del sistema
universal. El término viene de theos
que quiere decir “dios”, y pan
que significa “todo.” Los filósofos Spinoza y Hegel fueron los mejor
conocidos panteístas europeos. Algunos prominentes teólogos “cristianos”
liberales de hoy son en realidad panteístas, y están entre aquellos que no
creen en un Dios personal y trascendental. La conversión de muchos a religiones
orientales ha revivido al panteísmo en el continente americano. La Biblia no da
lugar para esta religión antigua y lúgubre; su mejor esperanza es nirvana, el estado sin deseos, sin
pasiones, y sin alma.
5. Politeísmo.
Esta palabra
otra vez viene de las dos palabras griegas, poly que significa “muchos” y theos que significa “dios”, la creencia en muchos dioses. En
las naciones antiguas, cada fase de la naturaleza estaba gobernada por un dios
o una diosa; esto surgió de la adoración de las fuerzas de la naturaleza.
Héroes posteriores de tribus fueron elevados a la posición de deidades y
gobernaron sobre ríos, lluvia, agricultura, pasiones humanas, varios planetas,
estaciones del año, etc. Los vecinos de Israel eran politeístas y a menudo
corrompían la adoración de Israel. La Biblia condena fuertemente a este
paganismo y su idolatría (Is. 44:9–20). Sin embargo, después de la cautividad
babilónica, Israel estuvo virtualmente curado de adoración idólatra.
6. Deísmo.
Deísmo viene del
latín deus que significa
“dios.” El deísta cree en un Dios trascendente pero “ausente.” Su Dios hizo el
universo y el hombre, pero dejó a su creación sostenerse por sí misma mediante
leyes naturales.
El Deísmo niega
la naturaleza pecadora del hombre y por lo tanto su necesidad de expiación o redentor.
El deísmo rechaza todo milagro, al igual que la inspiración divina de la
Escritura. Esta percepción de Dios es irracional ya que, ¿por qué crearía un
Dios personal al mundo y al hombre sin tener un propósito revelado para el
hombre? Los deístas no son numerosos hoy en día.
7. Dualismo.
El dualismo es
la doctrina de la existencia de dos reinos opuestos el uno al otro: uno del
espíritu y uno de materia; o la doctrina del gobierno del mundo por dos dioses:
uno de maldad y oscuridad, y uno de bondad y luz. Zoroastro, un filósofo persa
de la época de Moisés, fue el primero en avanzar la idea de dos dioses de igual
poder, ninguno de los cuales finalmente triunfa. La Biblia nos enseña lo bueno
y lo malo, Dios y Satanás. Pero Dios y su reino triunfarán sobre Satanás al fin
de la era: “Volvieron los setenta con
gozo diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo:
Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad… sobre
toda fuerza del enemigo…” (Lc. 10:17–19). El libro de Job nos da una
imagen de un tipo de dualismo, o conflicto entre las fuerzas de Dios y Satanás,
pero de nuevo, Dios y la virtud triunfan.
Los agnósticos y
maniqueos en épocas posteriores a la apostólica eran dualistas, enseñando que
toda materia era maligna y que sólo un espíritu era bueno. En el Nuevo
Testamento, “el mundo” no se refiere tanto a cosas físicas, sino al espíritu de
pecado o maldad en una sociedad no regenerada dominada por Satanás. Las cosas
materiales pueden ser buenas y útiles cuando se manejan con una dedicada
mayordomía.
Todas las cosas son
nuestras cuando están puestas a los pies de Jesús: “… Porque todo es vuestro; sea… la vida, sea la muerte, sea lo presente,
sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”
(I Cor. 3:21–23), y “… No sean altivos
ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el
Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”
(I Ti. 6:17).
Hay otro
dualismo que enseña que toda aflicción, calamidad, adversidad, pobreza y
turbación vienen directamente de Satanás. Sin duda, mucho de ello se deriva del
reino de Satanás, y en efecto todo es el resultado de la caída; pero la teoría
de que toda adversidad es satánica está contradicho por casi todos los
apóstoles, mártires y grandes dirigentes de la iglesia, que hicieron de la
adversidad algo que glorifica a Dios. La adversidad es maligna sólo cuando
permitimos que Satanás nos derrote con ella. Por otro lado, hay victoria en
Cristo a través de todas las experiencias de la vida. San Pablo dijo,
escribiéndole a la iglesia en Corinto:
Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación
que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados sobremanera más allá de
nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la
vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el
cual nos libró y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará…
(II Cor. 1:8–10).
Este es un
ejemplo de turbación en la vida de Pablo que Dios usó para su propósito, pero
tres veces el apóstol usa la palabra “librar.” Hay fuerzas opuestas en
el mundo y el creyente está en el medio de la batalla, pero nosotros estamos
del lado ganador: “… Porque mayor es
el que está en vosotros que el que está en el mundo” (I Jn. 4:4) ¡Amén!
IV. LOS NOMBRES
DE DIOS
Webster define
“nombre” como “eso por lo cual una persona u objeto es conocido.” Los hebreos
pensaban en los nombres como una revelación que encerraba algún atributo o
característica de la persona nombrada. Por ejemplo, el nombre “Adán” significa
“de la tierra” o “sacado de tierra colorada”; su nombre revelaba su origen. Hay
un número de nombres para Dios en las Escrituras, pero ningún solo nombre, o
aún la multiplicidad de nombres, pueden revelar todos sus atributos.
Dios se agrada
en revelar sus atributos y naturaleza, especialmente aquellos que conciernen a
nuestra relación con Él. Es reconfortante saber que hay una relación con Dios,
revelada por uno de sus nombres, que corresponde a toda necesidad de sus hijos.
Es la meta de la teología definir, hasta donde sea posible, cuáles son esas
relaciones. El estudio de los nombres de Dios nos ayudará significativamente a
alcanzar esa meta.
A. ELOHIM
Elohim es
plural y Eloah es
singular. El nombre Elohim es
el primer nombre utilizado en la Escritura para describir a “Dios.” “En el principio creó Elohim los
cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Este nombre es usado alrededor de 2.500
veces en el Antiguo Testamento.
La raíz de su
significado probablemente es “el fuerte y poderoso.” E.B. Smick, escribiendo en
la Zondervan Pictorial Encyclopedia of
the Bible (Enciclopedia Pictórica Zondervan de la Biblia) dice: “Hay muchas
sugerencias para el significado de la raíz pero no hay consenso, probablemente
relacionado con El que
significa ‘poderoso’ o ‘fuerte.’
Una palabra
hebrea muy comúnmente usada para Dios, dios, ángeles, o magistrados.” La forma
singular Eloah, en la misma
obra de referencia, está definida de la siguiente manera: (‘Dios,’ singular de Elohim, q.v.). Es usada cuarenta
y un veces en Job (reemplazando Elohim)
y dieciséis veces en otras partes. Estos casos son principalmente poéticos y se
refieren al verdadero Dios excepto en II Crónicas 32:15; Daniel 11:37–39; y
Habacuc 1:11 (cf. Job
12:6)34. El
nombre Elohim, como la
palabra “Dios” en español, puede referirse al verdadero Dios o a cualquier objeto
de adoración, o aun a dignatarios humanos. Casi siempre, cuando es usado junto
a un artículo definido, está aplicado al único verdadero Dios de Israel.
El uso de la
forma plural para Dios (Elohim)
con el artículo singular necesita alguna explicación. Algunos doctos definen la
palabra como el plural de majestad o entereza. Puede haber algo de cierto en
esta explicación, pero queda corta en ser un completo y satisfactorio recuento
de su uso en la totalidad de la Escritura. A la mayoría de los eruditos
conservadores, da una clara indicación de la trinidad en unidad. Leemos de una obra
de referencia moderna de la Biblia: “La terminación plural es usualmente
descrita como un plural de majestad… pero una mejor razón puede ser vista en la
Escritura misma donde, en el primer capítulo de Génesis se encuentra la
necesidad de un término que transmita la unidad del único Dios y, además,
permita la pluralidad de personas (Gn. 1:2, 26).”
Y otra
vez, “Más probable es el punto de vista que Elohim venga de Eloah
como un desarrollo original de las Escrituras hebreas y presente
principalmente la pluralidad de personas en la trinidad de la deidad.”
(Se dirá más
acerca de la trinidad en la sección VII).
1. EL: “Dios,
Dios, Poderoso, Fuerza” (Dt. 32:4).
Este es un
nombre muy antiguo para Dios (probablemente relacionado en origen a Eloah y Elohim, pero sobre el cual los
eruditos no están de acuerdo) que se encuentra de alguna forma en todos los
idiomas semitas.
Puede tener
varios significados, pero en la Biblia, generalmente se refiere al verdadero
Dios de Israel. El, como
nombre divino, no aparece frecuentemente solo, pero casi siempre está usado en
composición con otros términos, tales como El Elyon, El
Shaddai, etc. También ocurre en nombres comunes como Daniel,
significando “Dios es mi juez.”
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