jueves, 6 de marzo de 2014

LAS DIVISIONES DE LAS ESCRITURAS


LAS DIVISIONES DE LAS ESCRITURAS


A. LOS DOS TESTAMENTOS.

La biblia está dividida en dos secciones conocidas como el antiguo y el nuevo testamento. la palabra “testamento” originalmente fue traducida “pacto”, y significa que cada uno es un pacto que dios hizo con su pueblo. Hay treinta y nueve (39) libros en el antiguo testamento y veintisiete (27) en el nuevo testamento.

B. DIVISIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

El antiguo testamento hebreo estaba comúnmente dividido en tres secciones:

La ley (torah), 5 libros: génesis, éxodo, levítico, números y Deuteronomio.

• Los profetas (nebhiim), 8 libros:

- Los primeros profetas (4 libros)—Josué, Jueces, Samuel, Y Reyes.

- Los últimos profetas (4 libros)—Isaías, Jeremías, Ezequiel Y Los Doce (Oseas,Joel, Amós, Etc.)

• Los escritos (kethubhim) 11 libros:

- libros poéticos (3 libros)—salmos, proverbios y job;

- cinco pergaminos (megilloth)—cantar de los cantares, rut, lamentaciones,
ester y eclesiastés;

- libros históricos (4 libros)—daniel, esdras-nehemías, y crónicas.1

Estas divisiones están de acuerdo con las palabras de Jesús: “estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de moisés en los profetas y en los salmos”
(Luc. 24:44). A veces se le refiere al antiguo testamento de una forma más concisa como “la ley y los profetas” (Mt. 5:17, 11:13; Hechos. 13:15).
Aún más breve, el término “ley” parece incluir a las otras divisiones
(Jn. 10:34, 12:34, 15:25; 1 Cor. 14:21).

C. DIVISIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO.

Biográficos (4 Libros): Mateo, Marcos, Lucas Y Juan.

Histórico (1 Libro): Hechos.

Pedagógicos (21 Libros): Romanos, I Corintios, II Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses I Tesalonisenses, II Tesalonisenses, I Timoteo, II Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, I Pedro, II Pedro,
I Juan, II Juan, III Juan y Judas.

Profético (1 libro) Apocalipsis.

A veces, como alternativa, son sugeridas las siguientes divisiones para el Nuevo Testamento:

1. Los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
2. Los Hechos de los Apóstoles.
3. Las epístolas de Pablo (incluyendo Hebreos).
4. Las epístolas Generales.
5. El libro de Apocalipsis.

D. CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS.

Originalmente la Biblia no estaba dividida en capítulos y versículos como nosotros la conocemos hoy en día. Por conveniencia de referencia, estos fueron agregados en fechas comparativamente recientes. Se asumía antes que la división por capítulos fue introducida primeramente por el cardenal Hugo, quien murió en 1263 d.C.

Investigaciones posteriores lo atribuyeron a Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, quien murió en 1228. El Nuevo Testamento fue publicado por primera vez con divisiones de versículos por Robert Stephans en 1551.
La primera Biblia que fue publicada, dividida enteramente en versículos fue la Biblia de Ginebra de 1560. La división de A.T. y N.T. fue realizada por San Agustin.

Es de considerable importancia que el estudiante bíblico tome en cuenta que estas divisiones no estaban en los textos originales y que no fueron inspiradas.

La mayoría de las divisiones son de mucha ayuda, pero algunas de ellas han demostrado ser bastante confusas ya que se han interpuesto en medio del tema que se está tratando; existe la tendencia de pensar que hay un cambio de tema cada vez que un capítulo termina y otro nuevo empieza.

Muchas veces uno debe omitir la división del capítulo completamente. Dos ejemplos simples de esto son los siguientes: En Hechos 22, el mensaje de Pablo está separado de los eventos que los causaron, los cuales están registrados en el capítulo anterior. Juan 7:53 y 8:1 leídos conjuntamente sin un corte de capítulo, presentan un significativo contraste: “cada uno se fue a su casa: y Jesús se fue al monte de los Olivos.”

De acuerdo con los datos dados por William Evans, la Biblia “contiene 1.189 capítulos y 31.173 versículos. De estos, 929 capítulos y 23.214 versículos, ocurren en el Antiguo Testamento; 260 capítulos y 7.959 versículos en el Nuevo.”

D. LAS PRUEBAS UTILIZADAS PARA DETERMINAR CANONICIDAD.

Los siguientes principios fueron utilizados para determinar la ubicación de un libro en el canon:

1.      Apostolicidad.

¿Fue el libro escrito por un apóstol o por una persona cercanamente relacionada con los apóstoles? Esta pregunta fue especialmente importante con relación a Marcos, Lucas, Hechos y Hebreos; la razón es que Marcos y Lucas no estaban entre los doce originales y el escritor de Hebreos era desconocido.

2.      Contenido espiritual.

¿El libro estaba siendo leído en las iglesias y sus contenidos probaban ser un medio de edificación espiritual? Esta era una prueba muy práctica.


3.      Veracidad doctrinal.

¿Era el contenido de los libros recto en doctrina? Cualquier libro que contenía herejía, o que era contrarío a los ya aceptados libros canónicos, era rechazado.

4.      Utilidad.

¿Era el libro reconocido universalmente en las iglesias y era ampliamente citado por los padres de la iglesia?

5.      Inspiración divina.

¿Daba verdadera evidencia de inspiración divina? “Esta era la prueba fundamental, todo daba lugar finalmente a este aspecto.

V. LA INFALIBILIDAD DE LAS ESCRITURAS

A. DEFINICION DE INFALIBILIDAD.

La infalibilidad de la escritura significa que, en sus autógrafos originales, la Biblia no contiene errores. En los idiomas originales en que la Biblia fue escrita, su contenido es absolutamente infalible—sin ningún error de ningún tipo. Esta ha sido la posición de todas las confesiones de las grandes iglesias evangélicas a través de los años.

En contraste a esto, los ateos, agnósticos y teólogos liberales han declarado que la Biblia está llena de errores. En realidad, hay aquellos que enseñan una “Infalibilidad limitada”, tomando derecho a declarar que la Biblia es infalible en materia de fe y práctica, pero no necesariamente en materia científica e histórica.

El problema con esta posición es que ¿quién va a decidir cuál es la verdad y cuál no la es? Si uno no puede tener una fe positiva en la infalibilidad de este libro, ¿cómo puede hablar con una autoridad final, cuando se trata de la eternidad? ¿Por qué es esta pregunta tan vitalmente importante? ¿Por qué no puede uno allegarse a la Biblia de la misma forma que se acerca a cualquier otro libro? Cuando lee cualquier otro libro, el hombre toma lo que cree y deja aquello con lo cual está en desacuerdo. ¿Por qué no se puede hacer lo mismo, como muchos están abogando, con la Biblia?

B. EL TESTIMONIO A LA INFALIBILIDAD.

1. ¿De dónde viene esta doctrina de infalibilidad?

Viene de las escrituras mismas. Ellas declaran ser inspiradas por Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (II Ti. 3:16). “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por Espíritu Santo” (II P. 1:21).

1.1. Escritores del Antiguo Testamento.

Los escritores del Antiguo Testamento son sumamente explícitos en declarar que estaban hablando la palabra de Dios. Ellos dicen 3,808 veces estar transmitiendo las exactas palabras de Dios. Moisés declaró: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella” (Dt. 4:2). El salmista clamó “La ley de Jehová es perfecta… el testimonio de Jehová es fiel” (Sal. 19:7).

Samuel declaró: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra ha estado en mi lengua” (II Sam. 23:2). Isaías escribió: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová” (Is. 1:2). Jeremías cita las palabras que Dios le habló: “Dirás todo lo que te mande… he aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jer. 1:7, 9). Ezequiel dice de su comisión: “Les hablarás, pues, mis palabras” (Ez. 2:7), y “habla a ellos con mis palabras” (Ez. 3:4). Cada uno y todos estos declaran que hablaban las palabras de Dios. De este modo el Antiguo Testamento testifica respecto de sí mismo.

1.2. Escritores del Nuevo Testamento.

Los escritores del Nuevo Testamento también testifican del hecho de que era Dios quien hablaba en el Antiguo Testamento.

1.2.1. En los evangelios. “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta” (Mt. 1:22). “Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio” (Lc. 1:70). “Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo…” (Mr. 12:36).

1.2.2. En las epístolas. Los apóstoles también dieron su testimonio de la perfección de las escrituras del Antiguo Testamento. Pablo dijo de la ley que era santa y “el mandamiento santo, justo y bueno” (Rom. 7:12).
El escritor de Hebreos consideraba a la palabra de Dios como viva y eficaz, llegando aun a juzgar hasta nuestros sentimientos y más profundos pensamientos (Heb. 4:12).
Santiago describe la palabra como “la perfecta ley de la libertad”
(Stg. 1:22–25). Él consideró su completa autoridad cuando produjo esta advertencia: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano …?” (Stg. 4:5). Juan trae a un cierre la revelación escrita, con estas palabras:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas,  Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (Ap. 22:18, 19).

De este modo, hacia el comienzo (Dt. 4:2, 12:32), en el medio (Pr. 30:6), y al final de las escrituras (Ap.22:18, 19), Dios previene acerca de alterar su palabra, ya sea agregando o quitando de su mensaje.

1.3. Jesucristo. Jesús mismo dio testimonio de la escritura.

Cristo confirmó específicamente todo el Antiguo Testamento. El no encontró ni un solo error, ni una inconsistencia en él. Continuamente basó sus argumentos y exhortaciones en él. Él declaró: “… ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18). Discutiendo sólo una palabra con los judíos, Él dijo, “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35). En Lucas 24:44 Jesús dijo, “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” Estas tres secciones comprenden todo el Antiguo Testamento.

Jesús se refirió a muchas personas y eventos del Antiguo Testamento, y de esa manera, atestiguó de la autenticidad  y la autoridad del Antiguo Testamento. Es interesante notar que en la siguiente lista Jesús puso su 28 sello de aprobación sobre algunos de los más cuestionados eventos y milagros del Antiguo Testamento.

Él aprobó el relato de lo siguiente:

• Creación y matrimonio—Mateo 19:5
• El diluvio y el arca de Noé—Lucas 17:26, 27
• La destrucción de Sodoma y Gomorra—Lucas 17:28, 29
• La destrucción de Tiro y Sidón—Mateo 11:21, 22
• La circuncisión—Juan 7:22
• La pascua—Mateo 26:2
• La ley—Juan 7:19
• Los mandamientos—Mateo 19:7–9
• La ley judía de divorcio—Mateo 19:7–9
• El hecho de la zarza ardiente—Marcos 12:26
• El símbolo de Jonás y el gran pez—Mateo 12:40
• El arrepentimiento de Nínive—Mateo 12:41
• La gloria de Salomón—Mateo 6:29
• La sabiduría de Salomón—Mateo 6:29
• La fiesta de los tabernáculos—Juan 7
• David comiendo los panes de la proposición—Mateo 12:3
• Los sacerdotes profanando el santuario—Mateo 12:5
• El cierre de los cielos en los días de Elías—Lucas 4:25
• La historia de Naamán, el leproso—Lucas 4:27
• El registro de la serpiente levantada—Juan 3:14, 15
• El asesinato de Abel y Zacarías—Mateo 23:35
• La misión del Mesías—Lucas 4:16–21
• La misión de Juan el Bautista—Mateo 17:10–13
• La misión de Elías—Mateo 17:10–13
• Daniel y su gran profecía—Mateo 24:15

2. La Biblia, una original revelación de verdad.

La Biblia es una revelación de verdades acerca de las cuales el hombre puede conocer sólo por lo que ella dice. El hombre se pregunta: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué de la inmortalidad, el cielo, el infierno, el juicio, la eternidad? ¿Qué sabe el hombre, qué puede saber aparte de la Biblia?

Muchos están virtualmente haciendo su propio dios. ¿De qué sirve un dios que el hombre mismo puede hacer? El hombre no lo necesita. Si lo puede crear, entonces el hombre es mayor que su dios y por lo tanto no lo necesita.
Ninguna persona, ni ninguna nación ha revelado jamás un dios como el Dios de las sagradas escrituras.
Chafer dice que la Biblia es infinita porque encierra verdades respecto a un Dios infinito, una santidad infinita, pecado infinito y una redención infinita. Parece probarse infinita, porque “ninguna mente humana ha comprendido enteramente su mensaje o ha medido sus valores.”

El creyente no está avergonzado en lo más mínimo por no poder explicar todo acerca de Dios. Dios no sería Dios si esto fuera posible. Uno nunca alaba aquello que entiende. Es sólo cuando llega más allá del dominio de su propia comprensión que inclina su cabeza y alza sus manos en alabanza.

¿Quién es Jesús? ¿Cómo es Él? ¿Puede hacer algo por el alma humana? ¿Tiene alguna cosa vital para comunicarle a la humanidad? ¿El bienestar eterno del alma del hombre depende realmente de Él? Algunos abogarían que no nos preocupemos de la infalibilidad de la Biblia— ¡Sólo seguimos a Jesús! Algunos maestros liberales han dicho, “¡Cristo solo es la palabra de Dios! Creemos sin reservas en la palabra de Dios, pero es Cristo solo quien es la palabra.” Esto suena muy piadoso, pero, ¿qué conoce el hombre acerca de Jesús aparte de lo revelado en la Biblia?
Nuestra entera fuente de información acerca de Él está en este libro. Si uno no puede depender de la palabra para información acerca de otras cosas, entonces, ¿cómo uno puede estar seguro de que es correcta en lo que dice de Jesús?


3. La Biblia es una revelación inalterable.

Mucha de la incertidumbre e incredulidad de la Biblia ha venido de los llamados científicos. Debido a que la infalibilidad de la Biblia está al nivel de hechos observables, está más propensa a los ataques de los escépticos e incrédulos literatos. La ciencia ha asumido un aura de autoridad y casi de infalibilidad. Muchos han hecho de ella un dios virtual.

La palabra “ciencia” significa simplemente “conocimiento” y no debe ser ni alabada ni temida. Lo significativo acerca de la ciencia es que constantemente está teniendo que cambiar sus conclusiones a medida que surgen nuevos sucesos. Textos científicos de años recientes en antigüedad están virtualmente fuera de actualidad, mientras que la Biblia no ha tenido que ser alterada ni en la más mínima manera después de miles de años desde que fue escrita.


¿Por qué ha de dudar uno de un libro que se ha sostenido a pesar de los siglos y a pesar de todos los ataques en su contra, por ciencias que deben ser revisadas a menudo? La Biblia no es un texto de ciencias, pero nunca ha sido considerada como falsa en ningún hecho científico. El informe de Génesis sobre la creación todavía está en pie.

4. La Biblia es correcta moral y espiritualmente.

Más importante que cualquier otra cosa, la Biblia es moral y espiritualmente correcta. No es en el dominio científico donde la Biblia muestra su mayor exactitud, sino en el dominio moral y espiritual. Myer Pearlman concluye su sección de bibliología con las palabras: “Las defensas intelectuales de la Biblia tienen su lugar; pero después de todo, el mejor argumento es el práctico. La Biblia ha funcionado. Ha influenciado civilizaciones, ha transformado vidas, ha traído luz, inspiración y consuelo a millones. Y su obra continúa.” La escritura declara: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (I Tes. 2:13).

5. La inerrancia (ver folleto anexo)

VI. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS

La Biblia es un libro sin errores e infalible; un libro de palabras, frases y oraciones que, como fue escrito originalmente, no contiene ningún error. Este libro fue escrito por el hombre caído, débil y pecador. El hombre con toda la posibilidad de entender mal, interpretar mal, con falta de memoria, aun con la posibilidad de maliciosa falsedad. Sin embargo, ha sido declarado que el libro que el hombre escribió, no contiene ninguna evidencia de alguna de estas debilidades naturales.

De hecho, se atreve a decir que lo que él escribió es perfectamente correcto—nada debe ser removido del registro—pero no dejó de escribir todo lo que debía decir— nada debe agregársele.

No es fácil creer que eso fuese posible en un hombre de tan caída raza. Pero esto fue logrado por más de cuarenta (40) hombres diferentes que vivieron en un término de más de 1500 años; muchos de ellos nunca se vieron o conversaron, sin embargo, sus escrituras no tienen ningún desacuerdo. Sólo un milagro de largo plazo, podría hacer esto. ¿Cómo puede tal cosa ser posible? ¡A través del misterio y milagro de inspiración divina!

A. DEFINICION DE INSPIRACION.

La Biblia revela la fuente de su magnificencia: “Toda escritura es inspirada por Dios” Esto no significa que “Dios respiró dentro de cada uno de los escritores”, sino que la palabra fue producida por el aliento creativo de Dios.

La palabra griega en este pasaje theopneustos, no significa “inspirada por Dios.”… No tiene nada que ver con la inspiración sino con el aliento de Dios. La escritura no es producto del soplo divino dentro de sus autores humanos, sino que es exhalada por Dios, “espirada por Dios”, es el producto del aliento creativo de Dios.

En una palabra, lo que declara este pasaje fundamental es simplemente que las escrituras son un producto divino, sin ninguna indicación de cómo Dios ha operado en producirlas. Sin embargo, ningún termino que hubiera acertado más enfáticamente la divina producción de las escrituras podría haberse elegido que aquel que ya se ha empleado. El “aliento” de Dios es, en la escritura, sólo un símbolo de su omnipotente poder, el portador de su palabra creativa.

De la misma forma en que Dios sopló en Adán el “aliento de vida”, así también sopló en las escrituras el aliento de su vida. También leemos, en II Pedro 1:21: “santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Este verso literalmente dice: “Porque la profecía no nació [fue traída] por voluntad del hombre en ningún momento, sino que hombres hablaron de Dios, siendo nacidos [o traídos] por el Espíritu Santo.”
Benjamín Warfield dice:

El término utilizado aquí es muy específico. No debe ser confundido con guianza, dirección, control, o aun dirigir en el completo sentido de la palabra. Este va más allá de todos esos términos al asignar el efecto producido específicamente al agente activo. Lo “cargado” es levantado por el “cargador” y es transportado por el poder del “cargador”, no por sí mismo, hacia la meta del “cargador”, no del suyo propio. Los hombres que hablaron por Dios son entonces declarados aquí haber sido tomados por el Espíritu Santo y traídos por su poder a la meta elegida por Él. Lo que ellos hablaron bajo esta operación del Espíritu Santo eran cosas del Espíritu, no de los hombres.




B. DISTINCION ENTRE REVELACION, INSPIRACION E ILUMINACION.

Es importante distinguir entre revelación, inspiración e iluminación. Revelación es ese acto de Dios por medio del cual Él comunica a la mente humana verdades que antes no conocía; verdades que de ninguna otra manera podrían ser conocidas. Inspiración tiene que ver con la comunicación de la verdad. Evans dice: “La revelación descubre nuevas verdades, mientras que la inspiración supervisa la comunicación de esa verdad.”

Todo lo que hay en la Biblia no fue directamente revelado al hombre. En ella hay registros de historia y de muchas observaciones personales. De lo que estamos seguros es que ese registro es verídico. El Espíritu Santo dirigió e influyó a los escritores para que, por inspiración, fueran guardados de todo error de verdad o de doctrina. La Biblia registra los hechos y las palabras de Dios, del hombre y del Diablo. Es sumamente importante notar cuidadosamente quien está hablando. El Dr. Wm. Evans lo ha expresado bien:

A pesar de que toda la escritura es inspirada, no sella con autoridad divina cada oración que expresa como pronunciada por los hombres de quienes habla, ni tampoco marca con aprobación divina cada actuación narrada, ejecutada por aquellos con cuyas biografías trata. En el libro de Job, por ejemplo, la inspiración da, con igual exactitud, el lenguaje de Jehová, las palabras de Satanás, y los discursos de Job y de sus tres amigos; pero obviamente, no pone a todos en el mismo nivel de autoridad. Cada orador es responsable de sus propias expresiones. Ni Satanás, ni Job, ni sus tres amigos hablaron por inspiración de Dios. Ellos expresaron sus propias opiniones; y todo lo que esa inspiración atestigua es que ninguno de ellos es mal interpretado, pero que cada uno habló los sentimientos atribuidos a él en la escritura.

Algunos confunden inspiración con iluminación. Iluminación se refiere a la influencia del Espíritu Santo, común a todos los creyentes, que les ayuda a asirse de las cosas de Dios. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Cor. 2:14).

Esta iluminación de cosas espirituales es prometida a todos los creyentes y puede ser experimentada por ellos. “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu y dijo:
Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lc. 10:21). Pedro habla de un ejemplo interesante donde a los profetas se les dio inspiración para registrar grandes verdades, pero no les fue otorgada la iluminación para entender con exactitud el significado de lo que profetizaban.

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba… A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas… (I P. 1:10–12).

Algunos tratan de explicar la inspiración de las escrituras como resultado de esta experiencia de iluminación. Ellos afirman que dentro del hombre hay esta chispa de luz divina que sólo necesitaba ser abanicada para permitir a los hombres de la antigüedad escribir la Biblia.

Myer Periman distingue dos diferencias específicas entre iluminación e inspiración:

Primera diferencia: En cuanto a duración, la iluminación es o puede ser permanente. “Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4:18). La unción que el creyente ha recibido del Santo habita en él, dice Juan. “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (I Jn. 2:27).

Por otra parte, la inspiración era intermitente; el profeta no profetizaba a voluntad propia, pero estaba sujeto a la voluntad del Espíritu. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana”, declara Pedro (II P. 1:21), “sino que los hombres santos hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” La precipitación de inspiración profética es implicada por la expresión común, “La palabra del Señor vino a tal persona.” Una clara distinción es trazada entre los profetas verdaderos, quienes hablan sólo a medida que llega a ellos la palabra de Dios, y los falsos profetas, quienes hablan el mensaje de su propia imaginación (Jer. 14:14; 23:11, 16; Ez. 13:2, 3).


Segunda diferencia: La iluminación admite graduación, la inspiración no la admite. La gente varía en cuanto al grado de su iluminación; algunos poseyendo más incentivo que otros. Pero en el caso de inspiración, en el sentido de la Biblia, una persona es o no es inspirada.

C. EL SIGNIFICADO DE INSPIRACION.

¿Qué significa en realidad, de la manera en que se aplica en la Biblia, esta palabra “inspiración”? Desgraciadamente no todos los eruditos están de acuerdo. Por esta razón, tenemos varias teorías de inspiración:

1. Perspectivas liberales de inspiración.

El punto de vista de un teólogo liberal está expresado particularmente en la declaración: “La Biblia contiene la palabra de Dios.” Esto sugiere que también contiene una variada mezcla de palabras de hombres. Su posición puede ser expuesta de la siguiente manera: De lugar en lugar, dentro del libro, se encuentran revelaciones que Dios dio a hombres piadosos en ciertos momentos, semejante a como ilumina hoy en día las mentes de los hombres con incentivos hacia verdades divinas.

La Biblia es un tipo de álbum religioso, compuesto de historias, leyendas, genealogías y poemas de amor, que han sido clasificados, organizados y reorganizados sin ninguna consideración de perfección cronológica o literaria. Lo peligroso de este punto de vista es que pone en las manos del finito, débil y falible hombre el poder para determinar qué y cuándo Dios está hablando. De esta manera, se le otorga al hombre poder sobre la verdad infinita en vez de darle un lugar debajo de ella.

2. Perspectivas neo-ortodoxas de inspiración.

Estas pueden ser resumidas en la declaración que dice que: “La Biblia se convierte en la palabra de Dios.”
Consideremos dos de estos puntos de vista neo-ortodoxos:

2.1. El punto de vista existencial popularizado por Karl Barth.

Este reconoce que hay muchos errores humanos y muchas imperfecciones en la Biblia, aun en los autógrafos (originales). Pero la Biblia se convierte en la palabra de Dios cuando Él elige utilizar este canal imperfecto para confrontar al hombre con su palabra perfecta. Esto es logrado a través de un encuentro personal de Dios con el hombre en un acto de revelación.

En esta experiencia existencial—encuentro de crisis—la masa insignificante de la hoja salta de la Biblia para hablarle concreta y significativamente al hombre. En este “momento significativo” la Biblia se transforma para el creyente en la palabra de Dios.

2.2. El punto de vista demitologizante de Bultmann y Neibuhr.

La Biblia debe ser despojada del mito religioso (demitologizar) para poder llegar al verdadero significado del amor de Dios dado en el sacrificio de Cristo. Uno debe mirar a través y más allá del registro histórico, con todo su mito y error, hacia lo súper-histórico. Eventos tales como la caída del hombre, la crucifixión y resurrección, no son necesariamente objetos de historia real y verificable. De aquí que, la Biblia se convierte en una revelación cuando, por la correcta interpretación (despojada del mito religioso), uno es confrontado con el amor absoluto presentado en el “mito” del desinteresado amor de Dios en Cristo.

Nos podemos preguntar ¿Cómo el escritor del evangelio puede estar errado en un área como historia, donde podemos efectuar una revisión, y estar correcto en un área como doctrina, donde no hay posibilidad de revisión? Estos hombres se rehúsan a creer que Dios hizo el milagro de darnos, por inspiración, una Biblia infalible, pero están preparados a creer que Dios efectúa diariamente el más grande milagro de facilitarle al hombre, el encontrar y ver, en las palabras falibles del hombre, las palabras infalibles de Dios. Es muy difícil ver por qué Dios usaría el error para enseñamos la verdad.

De nuevo, ¿cómo puede un simple creyente tener fe en un libro cuando se le ha dicho que sólo en ciertas partes es verídico? Se le ha dicho que lo divida y se quede con lo bueno. Pero, ¿cómo enfrentará el problema de dividir la Biblia en lo inspirado, lo parcialmente inspirado y lo no inspirado?
¿Bajo qué autoridad puede decir que esto o aquello no es de la mente de Dios? Intentar decidir qué no lo es, es ponerse por encima de las escrituras y perder enteramente el mensaje divino. Como se ha mencionado anteriormente, en estas perspectivas hay una confusión entre revelación e iluminación. La Biblia no es la palabra de Dios solamente cuando el hombre la oye y entiende. Es Dios hablando al hombre esté o no esté escuchándolo. La Biblia declara ser la palabra de Dios. Cualquier otra posición está enteramente contraria a la Biblia.

Hay algunos hoy en día, diciendo ser evangélicos, que enseñan que hay muchos errores históricos y científicos en la Biblia. Sin embargo, nos aseguran rápidamente que en lo concerniente al plan de salvación es completamente inequívoca. ¿Cómo puede uno estar tan seguro de que la Biblia es correcta en materia soteriológica cuando está errada en hechos históricos y científicos? Parece como si fueran los hombres, y no Dios, quienes nos están diciendo en qué debemos creer. Si la Biblia no es completamente inequívoca, totalmente infalible, entonces no hay una autoridad final en su mensaje.

Mientras que los liberales contienden que la Biblia solamente contiene la palabra de Dios, y los Neo-ortodoxos afirman que la Biblia se convierte en la palabra de Dios en un existencial “momento significante”, la posición ortodoxa o conservadora es que la Biblia es la palabra de Dios.

3. Las perspectivas conservadoras.

La Biblia es la palabra de Dios. Sin embargo, dentro de la escuela conservadora hay una diferencia de opinión respecto a lo que involucra la inspiración:

3.1. La teoría de dictado verbal.

Esta teoría expone que cada palabra, aun la puntuación, es dictada por Dios, semejante a como un ejecutivo de negocios le dictaría una carta a su secretaria. A esto se le llama a menudo “inspiración mecánica” o “dictado verbal.” A los fundamentalistas se les acusa comúnmente de suscribir a este método de inspiración, pero sólo un pequeño porcentaje de ellos en realidad lo hace. La gran debilidad de esta teoría es que elimina toda posibilidad de un estilo personal en las escrituras del autor elegido divinamente—un fenómeno que es claramente observable.

3.2. La teoría del concepto inspirado.

En un esfuerzo por compensar los peligros de la teoría de dictado verbal, algunos conservadores han adoptado la idea de que Dios dio los pensamientos a hombres elegidos, y los dejó a ellos que registraran estos pensamientos en sus propias palabras. De esta manera, sólo los pensamientos, no las palabras, son inspirados. 

Esto ha sido llamado “inspiración dinámica.” Esto explica la humanidad de la Biblia, pero debilita su divinidad. La teoría mecánica deifica al aspecto humano de la Biblia mientras que la teoría dinámica humaniza la divinidad.



3.3. El punto de vista verbal y de inspiración plenaria.

Este punto de vista sostiene que todas las palabras escritas son inspiradas por Dios (II Ti. 3:16). “Verbal” significa las palabras, y “plenario” significa “lleno”, o “completo”, como opuesto a parcial. De esta manera se sostiene que las palabras mismas, y todas ellas, son inspiradas. Dios dio completa expresión a sus pensamientos en las palabras del registro bíblico. Él guió la misma selección de palabras usadas dentro de la personalidad y complejo cultural de los escritores; de tal forma, y de manera inescrutable, la Biblia es la palabra de Dios en las palabras de los hombres.

Charles Hodge ha expresado bien el significado de inspiración verbal:

Significa que la influencia divina que acompañaba a los sagrados escritores en lo que escribían, del tipo que haya sido, se extiende a la expresión de sus pensamientos, al idioma y a los pensamientos mismos, produciendo como resultado, el que en las copias originales de los autógrafos, el lenguaje exprese el pensamiento que Dios propuso transmitir con exactitud infalible, para que las palabras, como los pensamientos, fuesen la revelación de Dios a nosotros.

Inspiración es entonces el proceso por el cual hombres movidos por el Espíritu (II P. 1:21), produjeron escrituras Espíritu-inspiradas (II Ti. 3:16). L. Gaussen nos da una excelente definición de inspiración en lo siguiente, es “ese poder inexplicable que el Espíritu divino puso sobre los autores de las sagradas escrituras para su guianza, aun en el empleo de las palabras que usaron, y para preservarlos igualmente de todo error y de toda omisión.”

Es reconocido que aquí estamos en un área de misterio. Cómo llegó a acontecer exactamente la inspiración infalible es algo que mentes finitas no pueden comprender. Que hay un lado divino en el proceso no se puede negar. Pero que hay un aspecto humano es igualmente claro. Dios usó a hombres.

Reconocemos ambos elementos pero no los podemos reconciliar. Quizás la mejor ilustración es la encarnación de Jesucristo. Cristo tiene un aspecto divino y otro humano. La escritura también tiene un aspecto celestial y otro terrenal. En ambos, Cristo y la escritura, el lado humano es perfecto, como también es el divino. Es incorrecto tratar de deshacemos de la naturaleza divina de Cristo para poder entender su naturaleza humana, como hicieron los arrianos. Es igualmente erróneo sacrificar su verdadera naturaleza humana para poder explicar que Él es divino, como hicieron los docéticos. Así que es incorrecto negar que las palabras de la escritura son tanto humanas como divinas en su naturaleza.

El error está en tratar de explicar lo inexplicable y de sondear lo insondable. Los medios o el proceso de inspiración es un misterio de la providencia de Dios, pero el resultado de este proceso es un registro verbal (palabras), plenario (que se extiende a todas las partes equitativamente), infalible (sin error) y autoritativo.




VII. LOS SIMBOLOS DE LAS ESCRITURAS

Muchas veces la Biblia utiliza un lenguaje simbólico para enseñar. A menudo, verdades espirituales pueden ser transmitidas con mayor realidad por el empleo de símbolos que traen una imagen a la mente humana. Por tal razón, hay un número de símbolos utilizados a través de las escrituras con este propósito. Damos una lista de aquellos que son más sobresalientes.

A. UN ESPEJO.

“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.”
 (Stg. 1:23–25) Esto ilustra el poder revelador de la palabra.

B. UN CRÍTICO.

“Porque la palabra de Dios… discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12). “El griego de Hebreos 4:12 se lee así: ‘La palabra de Dios es… un crítico de los pensamientos e intenciones del corazón.’

F. LAS VERSIONES.

Luego de los manuscritos, la siguiente forma más importante de las escrituras que merece ser tenida en cuenta por la antigüedad de su testimonio son las versiones. Una versión es una traducción del idioma original de un manuscrito a otro idioma. Hay muchas versiones, pero solo unas pocas se consideran como ejemplos a través de los años hasta el tiempo presente.

1. La septuaginta (Los setenta).

Esta es quizá la más importante de las versiones por su fecha temprana y su influencia sobre otras traducciones. La versión de la septuaginta es una traducción del Antiguo Testamento hebreo al griego. Se comenzó alrededor de 200 a.C. y se terminó alrededor de 180 a.C. Es probablemente el más antiguo intento de reproducir un libro de un idioma a otro. Este es el documento bíblico más antiguo que tenemos.

“Septuaginta” significa “setenta.” La abreviación de esta versión es LXX. A veces se le llama la “Versión alejandrina” porque fue traducida en la ciudad de Alejandría, Egipto. Esta notable obra se llama “La septuaginta” por una antigua leyenda que habla de setenta y dos doctos que vinieron a Alejandría de Palestina, (seis de cada una de las doce tribus de Israel) para completar la obra en setenta y dos días. De acuerdo con la historia, que es totalmente ficticia, los doctos estaban aislados el uno del otro, colocados de uno en uno o de dos en dos por celda. Cuando se compararon sus traducciones, ¡eran todas idénticas!

Ahora se cree que la traducción fue hecha por judíos alejandrinos en vez de palestinos. La obra se hizo en Alejandría. El pentateuco representa lo mejor de esta traducción. Otras porciones del Antiguo Testamento son excelentes, pero algunas son más una interpretación o comentario. Además de los treinta y nueve (39) libros del Antiguo Testamento, la septuaginta contiene todo o parte de los catorce (14) libros conocidos como el apócrifo. La septuaginta fue comúnmente utilizada en la época del Nuevo Testamento y ha sido de gran utilidad en traducciones subsiguientes.
2. El pentateuco samaritano.

La raza samaritana surgió luego de que los asirios conquistaron el reino del norte de Israel, en 721 a.C., y llevaron la mayoría de las diez tribus a la cautividad. Sargón, el rey de los asirios, mandó mucha de la gente idólatra de sus provincias orientales a Israel (II Reyes 17:5, 6, 24). Estos se casaron entre ellos, formando así la raza samaritana, una mezcla de judíos y paganos. Ellos levantaron un culto rival a los judíos, construyendo un templo sobre el monte Gerizim. Los samaritanos sólo aceptan el pentateuco. El pentateuco samaritano es un pentateuco hebreo escrito con letras samaritanas.

No es una traducción, sino una forma del mismo texto hebreo. La fecha de su escritura es más o menos 430 a.C. II Reyes 17:26–28 cuenta de un sacerdote, entre los judíos tomados cautivos en Asiria, que fue mandado de regreso a Samaria para enseñar a la gente. Se cree que él llevó consigo un pentateuco hebreo y que de aquí se hizo el pentateuco samaritano.

Se dice que en la obra hay unas 6.000 variaciones del texto hebreo. La mayoría de estas son de menor importancia, excepto donde los samaritanos deliberadamente hicieron alteraciones para adecuarlo a sus creencias.
Hay probablemente 100 copias de esta versión en distintas partes de Europa y América. El manuscrito más antiguo conocido con fecha de 1232 está en la Biblioteca Pública de Nueva York. Hay un rollo samaritano en Nablus (antiguo Siquém) en Israel, que parece ser muy antiguo.

A medida que el cristianismo se fue esparciendo más allá de Palestina, la necesidad de traducciones de las escrituras a los idiomas de aquellos que estaban siendo evangelizados llegó a ser evidente. De ahí que tenemos muchas versiones, de las cuales sólo unas pocas se considerarán. Comparadas a los manuscritos, estas versiones son de valor secundario, pero ayudan en algo a la comprensión del texto original.

3. Versión siria.

El idioma sirio era el idioma principal hablado en las regiones de Siria y Mesopotamia. Es casi idéntico al arameo.

3.1. El sirio antiguo. Sólo se ha sabido de su existencia por un poco más de 100 años. Hay dos manuscritos principales de esta obra:
3.1.1. El sirio curetano es una copia de los evangelios del siglo quinto que consiste de ochenta (80) hojas. Es nombrado en honor al Dr. Curetan del Museo Británico, quien lo editó.

3.1.2. El Sirio sinaítico, descubierto en el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí, es un palimpsesto y sólo alrededor de tres cuartos es descifrable. La fecha asignada es el siglo cuarto o el comienzo del quinto.

3.2. El peshitta.

La palabra “peshitta” significa “simple” o “común”. También ha sido conocido como la Vulgata siria, o la versión Autorizada de la Iglesia del Oriente. Se ha utilizado desde el siglo quinto de nuestra era. Contiene todo el Nuevo Testamento con excepción de II Pedro, II y III Juan, Judas y Apocalipsis. Existen alrededor de 250 manuscritos. Ha sido de gran utilidad a la crítica textual y ha tenido una amplia circulación aun en China.
Hay una traducción en inglés por George Lamsa.

4. Las versiones latinas.

Sabemos que la primera Biblia en inglés fue hecha del latín.

4.1. El antiguo latín. Esta data de una fecha muy temprana, posiblemente tan antigua como el 150 de nuestra era. Existen alrededor de veinte copias. Es de esencial importancia como testigo de la genuinidad del texto bíblico, por su antigüedad y su fidelidad al texto que traduce.

4.2. La vulgata latina. “Vulgata” significa “común” o “corriente.” Esta es una gran versión de la Biblia en el idioma latino. A causa de la gran cantidad de errores de los copistas de la antigua versión latina, Dámaso, obispo de Roma, obtuvo los servicios de Jerónimo para producir una revisión como norma autoritaria para las iglesias de habla latina. Esto lo hizo en Belén: El Nuevo Testamento (382–383) y el Antiguo Testamento (390–405).

Es escasamente posible sobrestimar la influencia de la vulgata de Jerónimo sobre la Biblia en inglés. Durante más de mil años todas las traducciones de las escrituras en Europa occidental fueron basadas en esta obra. Eventualmente de la vulgata fue hecha la Biblia oficial de la Iglesia Católica Romana y lo es hasta el día de hoy.
En realidad, la Biblia Católica Romana en español es una traducción de una traducción; y no es, como la Biblia protestante, una traducción del idioma original griego. Después del invento de la imprenta en 1450, la vulgata fue el primer libro impreso de máquina movible (1455).

G. CRÍTICA BÍBLICA.

1. La alta crítica.

Hay dos tipos de crítica bíblica que entran bajo el tema de introducción a la Biblia. La primera de estas ha sido comúnmente llamada “Alta crítica” o “Crítica histórica.” Esta tiene que ver con el examen de los diferentes libros de la Biblia desde el punto de vista de su historia. Por ejemplo, esta crítica trata con la edad, calidad de autor, genuinidad y autoridad canónica. Traza su origen, preservación e integridad. Muestra su contenido, carácter general y valor.

Es una disciplina que ha prestado un servicio útil a la comprobación de un canon genuino de la escritura. A veces la expresión “Alta crítica” ha sido considerada extremadamente perjudicial para una actitud correcta y reverente hacia las sagradas escrituras. Esto es cierto donde el docto ha perdido de vista la inspiración de la palabra y ha insertado su propia actitud escéptica e incrédula.

2. Crítica menor.

La segunda forma de crítica se conoce como “Crítica menor.” Esta tiene por objeto la verificación de las palabras exactas de los textos originales de la Biblia. Su método es coleccionar y comparar manuscritos antiguos, versiones antiguas y citas antiguas de la escritura y determinar la verdadera lectura de cada pasaje dudoso.

H. EVIDENCIAS PARA TEXTOS BIBLICOS.

El crítico bíblico sincero usa tres fuentes principales de evidencia para determinar las palabras exactas, las más cercanas a los manuscritos originales. Nos hemos referido previamente a dos de estos: los manuscritos y las versiones. Una tercera fuente útil debe ser considerada; aquella de las escrituras de los padres primitivos de la iglesia.

1. Los padres de la iglesia.

A estos hombres se les llamaba “padres” que es sinónimo de “maestros.” Estos fueron los grandes dirigentes, teólogos, maestros y doctos de los primeros siglos después de Cristo. Estos hombres eran cristianos dedicados que escribían sermones, comentarios y armonías. Ellos contendían fervorosamente por la fe en contra de las incursiones paganas.

Los siguientes son algunos de los nombres mejor conocidos de un grupo que se dice contaba con unos 200 hombres durante los primeros siete siglos:

• Para el período 96–150: Clemente de Roma, Hermas, Ignacio, Policarpo.

• Para el período 150–325: Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano, Cipriano, Tatiano.

• Para el período 325 en adelante: Eusebio, Atanasio, Jerónimo, Agustín.

Estos hombres citaron libremente de la Biblia, no solo todos los veintisiete libros del Nuevo Testamento, pero virtualmente cada verso de esos veintisiete libros. Geisler y Nix afirman: “Sólo cinco Padres, desde Ireneo hasta Eusebio, poseen casi 36.000 citas del Nuevo Testamento.”

2. Los rollos del Mar Muerto.

Descubiertos por primera vez en marzo de 1947 por un joven cuidador de cabras beduino en una caverna cerca al lado Norte del Mar Muerto. Los rollos del Mar Muerto, alrededor de 350 en total, han sido considerados uno de los mayores encuentros arqueológicos del siglo veinte. Escritos por Esenio, entre el primer siglo antes de Cristo y el primer siglo después de Cristo, las porciones bíblicas de estos rollos nos dan manuscritos de centenares de años más antiguos que cualquier otro.

Se han hallado porciones de todo el Antiguo Testamento, con la excepción del libro de Ester. De especial interés son los rollos del libro de Isaías, porque uno de los dos rollos que se encontrado es el libro completo de este gran profeta. Aquí hay un manuscrito de Isaías 1.000 años más antiguo que cualquier otro que haya salido a la luz. En una forma notable, los rollos confirman la exactitud del texto masorético del Antiguo Testamento.

3. Los papiros.

De gran interés a eruditos bíblicos es el número de descubrimientos recientes (1931) de papiros hallados en tumbas en Egipto. Estos han sido frecuentemente reconocidos como la ganancia más importante para la crítica textual del Nuevo Testamento desde que Ticendorf anunció el descubrimiento de los códices sinaíticos.

Estos papiros han sido adquiridos por un notable colector de manuscritos, A. Chester Beatty. Otros están en posesión de la Universidad de Michigan y como propiedad privada de algunos individuos. Contienen parte del Antiguo Testamento en griego: porciones considerables de Génesis, Números y Deuteronomio, y partes de Ester, Ezequiel y Daniel. Tres manuscritos del grupo son de libros del Nuevo Testamento: porciones de treinta hojas de los Evangelios y de Hechos, ochenta y seis hojas de las epístolas paulinas y diez hojas de la sección media del libro de Apocalipsis. Este material es de la mayor importancia porque data del siglo tercero o antes que esto.

El texto es de tan alta calidad que está en la misma clase que los códices vaticano y sinaítico. El fragmento de John Rylands es un pequeño pedazo de papiro de sólo 38,96 por 6,4 cm de tamaño. Aunque es pequeño,  es reconocido ser el manuscrito más antiguo de cualquier parte del Nuevo Testamento. Está escrito sobre ambos lados y contiene una porción del Evangelio de Juan 18:31–33, 37, 38. Fue obtenido en 1920.

Papiro Bodmer II—en 1956, Victor Martin, un profesor de filología clásica de la Universidad de Ginebra, publicó un códice de papiro del Evangelio de Juan. Esto incluye capítulos 1:1 hasta 14:26. Data del año 200 y es probablemente el libro más antiguo del Nuevo Testamento en condición substancial.

4. Declaraciones alentadoras.

4.1. Las doctrinas de las escrituras. Cualquiera que sea la variante de las lecturas descubierta por los críticos bíblicos, es un hecho reconocido que ninguna de ellas de ninguna manera altera la doctrina de la fe cristiana.

4.2. Pureza de texto. “Westcott y Hort, Ezra Abbot, Philip Sclíff, y A. T. Robertson han evaluado cuidadosamente la evidencia y han concluido que el texto del Nuevo Testamento es más que 99 por ciento puro.”


I. LO QUE SE CONOCE DE DIOS

A. INCOMPRENSIBLE.

Dios es el ser infinito. En un sentido, Él es incomprensible; ¿cómo pueden seres finitos comprender al ser infinito e ilimitable que es Dios? Zofar, en el libro de Job dijo, “¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?” (Job 11:7). Zofar no era un profeta inspirado, ya que algunos de sus razonamientos fueron considerados como falsos, pero sus palabras resuenan a través de San Pablo en Romanos: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”
(Rom. 11:33). (Ver Is. 40:18, 25; Sal. 36:6).

Obviamente no podemos comprender la plenitud de la naturaleza de Dios ni tampoco podemos saber completamente todos sus planes y designios.

B. PERO CONOCIBLE.

Por otro lado, la escritura afirma que se puede conocer a Dios. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo… el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…” (Heb. 1:1–3).

El apóstol Juan declara en su evangelio: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).

Aunque el hombre sin ayuda no puede llegar a conocer al Dios infinito, es claro que Dios se ha revelado a sí mismo y puede ser conocido hasta el grado donde llega su propia revelación. En efecto, es esencial para el hombre conocer a Dios a fin de experimentar la redención y tener vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Jn. 17:3). “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero…”
(I Jn. 5:20).

Durante esta vida podemos y debemos conocer a Dios hasta el nivel necesario para la salvación, confraternidad, servicio y madurez, pero en la gloria celestial llegaremos a conocer más enteramente a Dios: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido”
(I Cor. 13:12). (Ver también I Cor. 1:21; Ef. 1:17; Fil. 3:10; Col. 1:10;
Rom. 1:19–23, 28; II P. 1:2, 3).

II. LA EXISTENCIA DE DIOS

A. EL VALOR DEL ARGUMENTO DE LA EXISTENCIA DE DIOS.

Algunas personas, con buena razón, cuestionarán el valor de los argumentos acerca de la existencia de Dios. En ninguna parte la Biblia argumenta la existencia de Dios. Ella asume su existencia como un hecho aceptado. El primer versículo de las Sagradas Escrituras afirma: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). El salmista proclama más adelante, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios.” (Sal. 14:1a).

El creyente y todos los adoradores de Dios han aceptado la existencia de Dios como un acto de fe. Algunos teólogos, tales como Soren Kierkegaard y Karl Barth rechazan toda teología general o natural y afirman que Dios puede ser conocido sólo como un acto de fe. Sin embargo, la fe del creyente no es ni ciega ni irrazonable. La fe es un don de Dios (Rom. 10:17); y es sostenida por evidencias claras para la mente imparcial. El salmista dice como consuelo para los creyentes: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). San Pablo destaca en el primer capítulo de Romanos que aún aquellos sin una revelación de la escritura no tienen excusa por su incredulidad:

Porque lo que de Dios se conoce les es manifestado, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios… (Rom. 1:19–21).

Por medio de esto se puede ver que la Biblia sostiene la validez de una teología natural. Sin embargo, debemos recordar que aunque una teología natural puede señalar a un creador poderoso, sabio y benévolo, ésta no dice nada para resolver el problema del pecado del hombre, su dolor, su sufrimiento, y su necesidad de redención. La teología natural tampoco puede afirmar lo expresado por Juan el Bautista, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29).

Aún más, es importante tener en mente que los argumentos de la existencia de Dios, tales como aquellos suplidos por la teología natural, no llegan a ser una demostración absoluta. Los seres finitos no pueden demostrar la existencia de un Dios infinito. J.O. Buswell dice:

No existe un argumento conocido por nosotros que, como argumento, lleve a más que una probable (altamente probable) conclusión. Por ejemplo, la mayoría de nosotros cree que el sol saldrá mañana por la mañana, pero si fuéramos a analizar las evidencias, los argumentos que llevan a tal conclusión, seríamos forzados a admitir que los argumentos, por buenos que sean, están caracterizados por la probabilidad. Los argumentos teológicos no son ninguna excepción a la regla de que todo argumento inductivo sobre lo que existe es un argumento de probabilidad. Este es el punto al que los argumentos, como argumentos, afirman llegar.

Los siguientes argumentos de la existencia de Dios no son un sustituto para la revelación de Dios en la Escritura, ni tampoco pueden llevar a una fe salvadora. Son un consuelo al creyente, y pueden ayudarle al predicador del evangelio a despertar a los oyentes y obtener una audiencia atenta. Sólo el Espíritu Santo suplirá fe verdadera en Dios.

B. LOS ARGUMENTOS DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
1. El argumento que parte del razonamiento.
La primera fase del argumento que parte del razonamiento es la de “causa y efecto.” A nuestro alrededor hay efectos tales como materia y movimiento. Para su explicación, hay tres alternativas:

1.1. Existen eternamente: No es probable que el universo haya existido eternamente, porque toda evidencia indica que el universo se está gastando. De acuerdo con la segunda ley de termodinámica, el sol y las estrellas están perdiendo energía en considerable proporción; si hubieran existido desde la eternidad ya se hubieran agotado. Los materiales radioactivos  están perdiendo su radiación. Estudios espectográficos de las estrellas muestran que todos los cuerpos están viajando hacia afuera desde centro, indicando un comienzo.

1.2. Surgieron de la nada: El decir que la materia y el movimiento surgieron de la nada es una contradicción; “de la nada, nada viene.”

1.3. Fueron causados: La explicación más razonable es que materia y movimiento fueron creados en un punto del tiempo. La mayoría de los científicos actualmente datan al universo variadamente entre cinco y veinte billones de años de antigüedad. Algunos proponen como principio una serie de emersiones o un creador impersonal, pero considerando la existencia de inteligencias, y la gran complejidad de la creación, es muy probable que el universo sea la obra de un creador inteligente como expone la Biblia. No es probable que una fuente suba más alto que su propio manantial, ni que seres racionales surjan de una fuente irracional.

Otra fase del argumento que parte del razonamiento es que el hombre tiene un conocimiento innato de Dios. La evidencia de esto se encuentra en la creencia universal en un ser supremo de algún tipo. Escasamente puede encontrarse una tribu sin fe en una fuerza o ser superior. “El hombre es incurablemente religioso.” Esto no significa que todos los hombres tienen una creencia completamente formada en Dios. Es muy cierto que la creencia religiosa y la propensión a alabar a una deidad son naturales en el hombre. Aun el ateo que niega la existencia de Dios demuestra que está confrontado con la idea de Dios, y de alguna manera debe guardar activamente el concepto.

2. El argumento que parte de la naturaleza.

Para casi todo, encontramos un propósito designado en la naturaleza. Todo el universo despliega un movimiento preciso y ordenado. “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?” (Sal. 94:9, 10). Todas las cosas parecen ser una parte del balance de la naturaleza.

La tierra está inclinada sobre su eje con relación al sol y de ese modo provee las estaciones y la mejor distribución de luz y calor durante el año. La tierra está a una distancia ideal del sol para evitar el calor severo o el frío congelante. La composición química de la atmósfera está en un balance ideal para la vida animal y vegetal. La proporción de tierra y agua en la superficie terrestre proporciona la lluvia y humedad correcta.
Vientos y corrientes marinas proveen aire acondicionado y tibias líneas costeras. Bendiciones tales como los sonidos musicales para los oídos y la belleza del color, muestran un diseño que no se necesita para simple utilidad, y hablan de un creador que diseñó oídos y ojos como receptores. Ahora, ¿pueden seres inteligentes creer que una fuerza impersonal o un proceso trajo a existencia este maravilloso universo?

Una ilustración que nos enseña grandes cosas es el estudio de las características del agua. El agua es una de las sustancias más comunes del universo. La mayoría de las otras sustancias llegan a ser más densas a bajas temperaturas. El agua, afortunadamente se expande llegando a ser menos densa cuando se congela. En forma de hielo, el agua flota sobra la superficie de lagos, ríos y mares. Si el agua, en su estado sólido, se tornara más densa y se hundiera al fondo, muchos ríos, lagos y mares nunca se descongelarían y gran parte de la superficie terrestre llegaría a ser glaciar e inhabitable. ¿No fue un sabio creador el que dio al agua sus diferentes características?

3. El argumento que parte de la historia.

El argumento que parte de la historia descansa sobre el fundamento de la divina providencia. Los estudiantes de historia, a no ser que estén ciegos o sean parciales, descubrirán la obra de la divina providencia.
Esto no significa que un propósito sabio es visible en todos los eventos. Se debe tomar en cuenta que el hombre es pecaminoso y rebelde, y hasta cierto punto, un agente moral libre. Dios no causa cada evento individual, pero está en control del fluir de los eventos, llevando a cabo sus propósitos. Él cumple las profecías inspiradas que están registradas en su palabra.

Si uno estudia la Biblia junto con la historia, discernirá un modelo divino enfocado sobre Cristo Jesús, el Hijo de Dios. Este enfoque no es sólo sobre la vida terrenal de Cristo. El propósito de Dios en Cristo es visto en la historia de Israel y en su esperanza de un redentor (Gn. 12:1–3; Is. 52:10–53:12); en la encarnación, vida,  muerte y resurrección de Cristo; en el triunfo de la iglesia a través de múltiple oposición, y en la indestructibilidad de Israel a través de los siglos.

La originalidad de Cristo está bien expresada por Napoleón en una carta al general Bertrand:

Efectos divinos me obligan a creer en una causa divina. Sí!, hay una causa divina, una razón soberana, un ser infinito. Esa causa es la causa de causas… Existe un ser infinito, que comparado con usted general, le hace sólo un átomo; comparado con quien yo, Napoleón, con todo mi genio, soy verdaderamente nada; puramente nada. Yo lo percibo—Dios. Yo lo veo, tengo necesidad de Él, creo en Él. Si usted no cree en Él, pues peor para usted. Pero usted, general, todavía creerá en Dios.

Puedo perdonar muchas cosas, pero siento horror ante un ateo y materialista… Los dioses, los legisladores de India China, Roma, y Atenas, no tienen nada que pueda maravillarme de sobremanera… No es así con Cristo. Todo en Él me asombra, y su voluntad me confunde. Entre El y cualquier otra persona en el mundo, no existe un posible término de comparación. Él, en sí mismo, es verdadero. Sus ideas y sus sentimientos, las verdades que Él anuncia, su manera de convencer, no son explicadas por organización humana, ni por la naturaleza de las cosas. Su nacimiento, y la historia de su vida; la profundidad de su doctrina, que lucha con las más poderosas dificultades, la más admirable solución.

Su evangelio… su marcha a través de las edades y los reinos, todo es para mí un prodigio, un insoluble misterio, que me sumerge en un arrebato del que no puedo escapar, un misterio está allí delante de mis ojos, un misterio que no puedo ni negar ni explicar… busco en vano en la historia para encontrar el igual de Jesucristo.

4. El argumento partiendo del alma humana.

El argumento que parte del alma humana tiene dos partes: (1) la de la imagen de Dios en el hombre y (2) la de la naturaleza moral del hombre. La Palabra de Dios declara que el hombre está creado a la imagen de Dios:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó (Gn. 1:26, 27).

No debemos buscar la imagen de Dios en el hombre físico, porque Dios es Espíritu (Jn. 4:24); más bien, debemos buscar la imagen de Dios en el hombre espiritual: “y revestido del nuevo, [hombre] el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando….” (Col. 3:10). La imagen de Dios en el hombre se ve en que el hombre tiene dominio sobre las criaturas menores, y especialmente, en su capacidad y deseo ardiente de comunión con Dios. La otra marca de la imagen divina se ve en la naturaleza moral del hombre, su sentido de deber y responsabilidad, y en la posesión de una conciencia: “mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…”
(Rom. 2:15). C. S. Lewís dice:

Estos son los dos puntos que yo quería tratar. Primero, que seres humanos, en toda la tierra, tienen esta curiosa idea de que deben portarse de cierta manera, y no pueden realmente deshacerse de ella. Segundo, de hecho no se portan de esa manera. Conocen la ley de la naturaleza,  y la quebrantan. Estos dos hechos son el fundamento de todo pensamiento claro sobre nosotros y el universo en que vivimos.

Un Dios personal nos hace responsables por nuestra conducta y nuestra actitud. Debemos rendirnos a su voluntad o vivir con una conciencia culpable. Uno puede lograr borrar la superficie de su conciencia o callarla por decepción propia, pero entonces, invariablemente creará su propio sistema de valores. La experiencia ha demostrado que el sistema de ética de la Biblia creada por Dios, después de todo, es el más adecuado a la naturaleza moral del hombre.

5. El argumento que parte de la Escritura.

El argumento que parte de la Escritura descansa sobre sus declaraciones y sobre su exactitud. La Biblia declara ser la Palabra inspirada de Dios (II Ti. 3:16, 17; II P. 1:20, 21; I Cor. 2:12, 13; Jer. 1:1–13). Ningún libro en el mundo ha sido tan ampliamente aceptado como mensaje de Dios. Sus opositores y los escépticos han lanzado todo ataque concebible en su contra, pero su popularidad se mantiene. Su exactitud ha sido repetidamente impugnada, pero cada vuelta de la pala de los arqueólogos confirma la exactitud de algún pasaje dudoso.

El Dr. W.F. Albright, reconocido arqueólogo, escribe: “Nada que tienda a estorbar la fe religiosa judía o cristiana ha sido descubierto… Descubrimiento tras descubrimiento ha establecido la exactitud de innumerables detalles y ha traído incrementado reconocimiento al valor de la Biblia como un libro de recurso de la historia.

Ningún otro libro se compara con la Biblia en cuanto a su elevada enseñanza moral y espiritual. Escrita hace siglos, la Biblia es más moderna que los periódicos de hoy. Nunca cesa de hablar con poder, sanando los más profundos problemas del alma y del espíritu humano.

III. LA NATURALEZA DE DIOS

El acercamiento al estudio de la naturaleza de Dios debe ser humilde y reverente. ¿Quién puede definir la naturaleza y la esencia del Dios infinito? No sólo son sus caminos “inescrutables” (Rom. 11:33), su naturaleza y ser sobrepasan nuestra comprensión. Sin embargo, Dios nos ha revelado lo necesario de su naturaleza esencial para poder servirle y adorarle. Es especialmente importante entender la naturaleza de Dios, como está revelada en la Biblia, porque muchos conceptos diferentes de deidad son sostenidos por aquellos que rechazan al Dios de las Escrituras.

La Biblia no nos da una sola definición comprensible de Dios; si “los cielos de los cielos no te pueden contener” (I R. 8:27), ¿cómo puede una oración o un párrafo de palabras humanas definir su ser? La siguiente es una definición teológica, que sirve tan bien como cualquier otra: “Dios es un Espíritu, Infinito, Eterno, e Invariable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.” (Catecismo de Westminster)

Varias declaraciones sobre Dios en la Escritura definen aspectos de su naturaleza, tales como: “Dios es Espíritu” (Jn. 4:8), “Dios es luz” (I Jn. 1:5), “Dios es amor” (I Jn. 4:8), y “Dios es fuego consumidor” (Heb. 12:29). En esta sección enfocaremos nuestra atención sobre cuatro aspectos de la naturaleza divina.

A. DIOS ES ESPIRITU.

1. Aspecto positivo—afirmación de la Escritura.

La declaración de que Dios es Espíritu, significa que no puede ser limitado a un cuerpo físico, ni a dimensiones de espacio y tiempo. Él es el Invisible, Eterno Dios: “A Dios nadie lo vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18). Porque Dios es Espíritu, Él puede decir, “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20); “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20); y “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5).

Jesús indicó que el hombre debe ser “nacido del espíritu” para poder entrar en el reino de Dios, a fin de tener comunión con Dios quien es Espíritu (Jn. 15).

2. Aspecto negativo—no corporal, no localizado.

Dos problemas surgen en conexión con la afirmación de que Dios es Espíritu. Primero, algunos pasajes bíblicos representan a Dios teniendo ojos, oídos, o un brazo (Is. 52:10; Sal. 34:15). Estas son figuras gramaticales llamadas “antropomorfismos” (que significan, semejante al hombre). Viviendo en un mundo material, al hombre le es difícil pensar que Dios percibe o actúa sin miembros humanos; por lo tanto, las Escrituras condescendientes a nuestra limitación, le atribuyen a Dios (figurativamente hablando) “oídos” para oír nuestro llanto, o un “brazo” para ayudamos. Dios, hablando a través del gran profeta Isaías, y pensando en nuestra limitación humana dijo:

¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. ¿Por qué dices, olí Jacob, y hablas tú Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance (Is. 40:25–28).

El Espíritu eterno no necesita ojos para ver nuestra necesidad, ni se fatiga en su actividad redentora.

El segundo problema con la representación de la espiritualidad de Dios, es que a veces Él es representado apareciendo en forma humana (Ver Génesis capítulos 17, 18, 19; Jos. 5:13–15). Aunque Dios es en esencia Espíritu, El que hizo todos los seres y cosas puede, para sus sabios fines, asumir cualquier forma que se adecue a su propósito.

Hay un número de casos donde Dios se apareció en forma visible; un ejemplo de esto es su aparición a Abraham para asegurarle el hijo prometido, a través de cuya descendencia, todas las naciones serían bendecidas.
Estas apariciones se llaman “teofanías.” Ellas sin embargo, no contradicen la naturaleza espiritual de Dios. ¡Qué maravilloso es que Dios el Hijo tomara forma humana sobre sí mismo a fin de convertirse en nuestro redentor, sumo sacerdote y rey eterno! “Felipe le dijo, Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús  le dijo… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”
 (Jn. 14:8, 9).

Aún más, en I Corintios 15:38–54, San Pablo dice que seres espirituales pueden tener cuerpos espirituales. Después de la resurrección, Jesús tuvo un cuerpo espiritual que no estaba sujeto a limitaciones físicas (Jn. 20:19–29), y hay alguna indicación que puede ser que Él, en su cuerpo espiritual, llevará eternamente las marcas de la prueba rigurosa del Calvario.

B. DIOS ES PERFECTO.

Jesús le dijo a sus discípulos, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). Es prácticamente imposible pensar en el Creador, quien es al mismo tiempo justo y amoroso, santo y misericordioso, eterno juez y Padre de nuestro Señor Jesucristo, como algo menos que perfecto. Las Escrituras lo afirman, declarándolo un ser perfecto. Las perfecciones de Dios serán vistas con mayor claridad cuando estudiemos sus atributos.

C. DIOS ES PERSONAL.

Un ser personal es uno que es consciente de sí mismo, que posee intelecto, sentimientos y voluntad. Es popular entre los sofisticados de hoy en día creer en un Dios impersonal, quien es semejante aun principio de vida al cual se puede referir como “Naturaleza.” Ese “dios” no contesta oraciones, ni siente desagrado ante hechos injustos; es sólo el universo mismo, incluyendo sus leyes. Tal “dios” impersonal no puede confrontar nuestro egoísmo, como tampoco puede ayudarnos cuando nuestros problemas van más allá de lo que podemos sobrellevar.

El Dios de la Sagrada Escritura es un Dios personal, trascendente, el cual se mantiene aparte del universo como su creador; pero quien, al mismo tiempo, es un Dios inmanente que reside dentro de su creación preservándola y cuidándola como un Padre celestial.

La personalidad de Dios es revelada en su trato con Moisés, cuando declaró su nombre: “Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros” (Ex. 3:14). Después en Éxodo 6:23 “… Yo soy Jehová. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente [El Shaddai], más en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos.”

La palabra hebrea Jehová o Yahweh se deriva del verbo “ser.” “Yo soy el que soy” puede ser un tipo de interpretación del nombre Jehová. Jehová Dios, es Él que fue, quien es, y que será eternamente. Como persona, Dios se revela aquí con un nombre personal; El habla y entra en un pacto como un ser inteligente, contesta las indagaciones de Moisés como uno que responde ante la ansiedad humana, y comparte su preocupación con él. Él escoge a un hombre para llevar a cabo su voluntad de dirigir a Israel como una nación testigo entre las naciones. Él declara que ha oído los gemidos de su pueblo en Egipto, cuya angustia le importa. Este es un Dios personal, no solamente un alma impersonal del universo.

En el Nuevo Testamento, el Hijo de Dios (que era una persona) dijo, “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo…” (Jn. 5:26). Esto nos enseña que el Padre es el mismo tipo de persona que el Hijo al cual Él dio su vida.

El hombre como criatura de Dios tiene intelecto, emociones, y voluntad, y es capaz de contemplar inteligentemente a Dios y su universo como una persona racional, pero esto no lo hace superior a Dios en capacidades. Dios tiene una personalidad divina, que va mucho más allá de la de sus criaturas, pero si Él hizo al hombre para comulgar con Él y para que éste le alabe, ciertamente lo dotó con características semejantes a las de su naturaleza cuando lo hizo a su propia imagen.

El evangelio de la Biblia es el mensaje de Dios al pecador que ha desobedecido a un Dios personal, que le ha ofendido con su rebelión. Este pecador lleva una carga de culpabilidad que sólo una nueva relación con
Dios, hecha posible por la obra redentora del Hijo de Dios, aliviara: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1); “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). El amor no puede venir de un principio impersonal, el amor es una característica personal.

D. DIOS ES UNO.
La ley de Dios dada sobre el Sinaí comienza con la declaración: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4). No hay nada de mayor condenación en la Escritura que la adoración de otros dioses: “No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos…” (Dt. 6:14). Las naciones adoraban a muchos dioses que correspondían a las fuerzas de la naturaleza, dioses que eran la creación de su propia imaginación, que eran representados por imágenes e ídolos.

Estas naciones idólatras eran una espina continua en el costado de Israel. La caída de Israel fue su constante coqueteo con estas deidades de la naturaleza. Cuando Acab, el rey de Israel había abierto la puerta a la adoración de Baal, un dios natural falso, Elías desafió espectacularmente a los profetas de Baal y Asera a una  competencia con Jehová, el Dios vivo. (I R. 18:21–40). Entonces él oró, “Respóndeme Jehová… que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios…” (I R. 18:37). Cuando Jehová, no las falsas deidades, contestó con fuego, el pueblo, unánime gritó “¡Jehová es el Dios!” (I R. 18:39).

Para el hombre de Dios era importante ponerle un alto a la catastrófica inclinación hacia el politeísmo. La Biblia, entonces, llama inflexiblemente a la adoración de un verdadero Dios. El profeta Isaías hizo sonar el mismo llamado de trompeta: “Así dice Jehová Rey de Israel,… Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Is. 44:6). Proclamando la misma gran verdad, nuestro Salvador dijo en oración al Padre, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…” (Jn. 17:3). El apóstol Pablo alaba a los tesalonicenses porque “Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (I Tes. 1:9).

Solía ser ampliamente enseñado que la religión evolucionó de un original animismo y politeísmo (muchos dioses) a un monoteísmo (un solo dios). Las evidencias arqueológicas más recientes, junto con el encuentro de misioneros modernos, indican que el hombre era originalmente monoteísta (desde la revelación de Dios mismo a los primeros padres), y que las religiones de las naciones llegaron a ser más corruptas con el pasar del tiempo. Habrá una sección sobre la trinidad de Dios más adelante (sección VII), pero es importante establecer primeramente la unidad de Dios.

E. TEORIAS ERRONEAS ACERCA DE DIOS.

La enseñanza de la Biblia sobre Dios es que Él es el omnipotente, omnisciente, creador de todas las cosas, justo y santo y al mismo tiempo amoroso y misericordioso; Él es trascendente (sobre la creación y distinto a ella) y al mismo tiempo, inmanente (se involucra y reside con su creación). Él es un Dios personal que busca comunión con su pueblo redimido; castiga la rebelión absoluta con muerte eterna y recompensa la fe y obediencia con vida eterna a través de su Hijo y mediador, Jesucristo. Él es el ser supremo que a la vez es Padre celestial.

Él llamó a existencia al inmensurable universo, esta tan al tanto del vuelo de la golondrina, como lo está del llanto más tenue. Él hizo las galaxias, pero se rebajó al pesebre de Belén. Temblamos ante su majestad, pero buscamos consuelo en su amor incondicional. Él habita más allá de la más remota galaxia, pero no está más lejos de nosotros que el alcance de fe. Este es el Dios de los cristianos. Existen, sin embargo, diferentes puntos de vista sostenidos por aquellos que ignoran la doctrina escritural de Dios.

1. Ateísmo.

El ateo niega la existencia de toda deidad. Él cree que el universo ocurrió por casualidad, o que ha existido siempre y está sujeto a leyes residentes e impersonales. Pero, ¿es razonable el hombre terrestre que niega la existencia del creador de un universo, cuya vasta expansión no puede explorar más allá de lo que un topo puede explorar la Catedral de San Pablo? En efecto, hay dos tipos de ateos: (1) el ateo filosófico que niega que Dios existe, y (2) el ateo práctico que vive como si Dios no existiera.

2. Agnosticismo.

El agnóstico no niega la existencia de Dios; él niega la posibilidad del conocimiento de Dios. El profesor Huxley, quien inventó la palabra “agnóstico”, tomó el término del altar griego en Atenas referido por San
Pablo en Hechos 17:23 que tenía la inscripción “Agnosto Theo” (el dios desconocido). Pero el profesor Huxley no comprendió la intención de la inscripción. El “dios desconocido” ateniense, era el verdadero Dios sobre todas las deidades menores. Esas deidades, en realidad, eran sólo héroes humanos de los comienzos de la historia a quienes los griegos habían elevado a la posición de dioses.

Sócrates y Platón obtuvieron algún conocimiento de la existencia de un ser supremo, solamente que no supieron cómo llamarlo. El agnosticismo es muy popular hoy en día; es un cómodo refugio para aquellos que se creen intelectuales, pero que no quieren tomar una posición de fe en el Dios de las Escrituras. Un sincero y humilde buscador de Dios tarde o temprano lo hallará, porque Él no está lejos de ninguno de nosotros.


3. Materialismo.

El materialista niega la existencia del espíritu, o seres espirituales. Para él toda realidad es solamente materia en movimiento. La mente y el alma humana son sólo funciones del cerebro físico desarrollado a través de billones de años por evolución gradual. No existe la vida después de la muerte; el “cielo” o el “infierno” son sólo estados terrenales de placer o dolor, de éxito o derrota. Si el materialista es constante, no tiene ninguna base real para la moralidad; hacer el bien es sólo hacer lo que trae el mayor placer al mayor número, pero no hay ninguna otra razón por la que él sienta profunda obligación a ser moral aparte de la pérdida de su propia estima. De acuerdo con el materialista, no hay juicio superior al del nivel humano, el pecado es sólo imperfección.

4. Panteísmo.

Esta es la religión del hinduismo. Dios es simplemente naturaleza, la suma total del sistema universal. El término viene de theos que quiere decir “dios”, y pan que significa “todo.” Los filósofos Spinoza y Hegel fueron los mejor conocidos panteístas europeos. Algunos prominentes teólogos “cristianos” liberales de hoy son en realidad panteístas, y están entre aquellos que no creen en un Dios personal y trascendental. La conversión de muchos a religiones orientales ha revivido al panteísmo en el continente americano. La Biblia no da lugar para esta religión antigua y lúgubre; su mejor esperanza es nirvana, el estado sin deseos, sin pasiones, y sin alma.

5. Politeísmo.

Esta palabra otra vez viene de las dos palabras griegas, poly que significa “muchos” y theos que significa “dios”, la creencia en muchos dioses. En las naciones antiguas, cada fase de la naturaleza estaba gobernada por un dios o una diosa; esto surgió de la adoración de las fuerzas de la naturaleza. Héroes posteriores de tribus fueron elevados a la posición de deidades y gobernaron sobre ríos, lluvia, agricultura, pasiones humanas, varios planetas, estaciones del año, etc. Los vecinos de Israel eran politeístas y a menudo corrompían la adoración de Israel. La Biblia condena fuertemente a este paganismo y su idolatría (Is. 44:9–20). Sin embargo, después de la cautividad babilónica, Israel estuvo virtualmente curado de adoración idólatra.

6. Deísmo.

Deísmo viene del latín deus que significa “dios.” El deísta cree en un Dios trascendente pero “ausente.” Su Dios hizo el universo y el hombre, pero dejó a su creación sostenerse por sí misma mediante leyes naturales.

El Deísmo niega la naturaleza pecadora del hombre y por lo tanto su necesidad de expiación o redentor. El deísmo rechaza todo milagro, al igual que la inspiración divina de la Escritura. Esta percepción de Dios es irracional ya que, ¿por qué crearía un Dios personal al mundo y al hombre sin tener un propósito revelado para el hombre? Los deístas no son numerosos hoy en día.

7. Dualismo.

El dualismo es la doctrina de la existencia de dos reinos opuestos el uno al otro: uno del espíritu y uno de materia; o la doctrina del gobierno del mundo por dos dioses: uno de maldad y oscuridad, y uno de bondad y luz. Zoroastro, un filósofo persa de la época de Moisés, fue el primero en avanzar la idea de dos dioses de igual poder, ninguno de los cuales finalmente triunfa. La Biblia nos enseña lo bueno y lo malo, Dios y Satanás. Pero Dios y su reino triunfarán sobre Satanás al fin de la era: “Volvieron los setenta con gozo diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad… sobre toda fuerza del enemigo…” (Lc. 10:17–19). El libro de Job nos da una imagen de un tipo de dualismo, o conflicto entre las fuerzas de Dios y Satanás, pero de nuevo, Dios y la virtud triunfan.

Los agnósticos y maniqueos en épocas posteriores a la apostólica eran dualistas, enseñando que toda materia era maligna y que sólo un espíritu era bueno. En el Nuevo Testamento, “el mundo” no se refiere tanto a cosas físicas, sino al espíritu de pecado o maldad en una sociedad no regenerada dominada por Satanás. Las cosas materiales pueden ser buenas y útiles cuando se manejan con una dedicada mayordomía.

Todas las cosas son nuestras cuando están puestas a los pies de Jesús: “… Porque todo es vuestro; sea… la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (I Cor. 3:21–23), y “… No sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (I Ti. 6:17).

Hay otro dualismo que enseña que toda aflicción, calamidad, adversidad, pobreza y turbación vienen directamente de Satanás. Sin duda, mucho de ello se deriva del reino de Satanás, y en efecto todo es el resultado de la caída; pero la teoría de que toda adversidad es satánica está contradicho por casi todos los apóstoles, mártires y grandes dirigentes de la iglesia, que hicieron de la adversidad algo que glorifica a Dios. La adversidad es maligna sólo cuando permitimos que Satanás nos derrote con ella. Por otro lado, hay victoria en Cristo a través de todas las experiencias de la vida. San Pablo dijo, escribiéndole a la iglesia en Corinto:

Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará…
(II Cor. 1:8–10).

Este es un ejemplo de turbación en la vida de Pablo que Dios usó para su propósito, pero tres veces el apóstol usa la palabra “librar.” Hay fuerzas opuestas en el mundo y el creyente está en el medio de la batalla, pero nosotros estamos del lado ganador: “… Porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (I Jn. 4:4) ¡Amén!

IV. LOS NOMBRES DE DIOS

Webster define “nombre” como “eso por lo cual una persona u objeto es conocido.” Los hebreos pensaban en los nombres como una revelación que encerraba algún atributo o característica de la persona nombrada. Por ejemplo, el nombre “Adán” significa “de la tierra” o “sacado de tierra colorada”; su nombre revelaba su origen. Hay un número de nombres para Dios en las Escrituras, pero ningún solo nombre, o aún la multiplicidad de nombres, pueden revelar todos sus atributos.

Dios se agrada en revelar sus atributos y naturaleza, especialmente aquellos que conciernen a nuestra relación con Él. Es reconfortante saber que hay una relación con Dios, revelada por uno de sus nombres, que corresponde a toda necesidad de sus hijos. Es la meta de la teología definir, hasta donde sea posible, cuáles son esas relaciones. El estudio de los nombres de Dios nos ayudará significativamente a alcanzar esa meta.

A. ELOHIM

Elohim es plural y Eloah es singular. El nombre Elohim es el primer nombre utilizado en la Escritura para describir a “Dios.” “En el principio creó Elohim los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Este nombre es usado alrededor de 2.500 veces en el Antiguo Testamento.

La raíz de su significado probablemente es “el fuerte y poderoso.” E.B. Smick, escribiendo en la Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible (Enciclopedia Pictórica Zondervan de la Biblia) dice: “Hay muchas sugerencias para el significado de la raíz pero no hay consenso, probablemente relacionado con El que significa ‘poderoso’ o ‘fuerte.’

Una palabra hebrea muy comúnmente usada para Dios, dios, ángeles, o magistrados.” La forma singular Eloah, en la misma obra de referencia, está definida de la siguiente manera: (‘Dios,’ singular de Elohim, q.v.). Es usada cuarenta y un veces en Job (reemplazando Elohim) y dieciséis veces en otras partes. Estos casos son principalmente poéticos y se refieren al verdadero Dios excepto en II Crónicas 32:15; Daniel 11:37–39; y Habacuc 1:11 (cf. Job
12:6)34. El nombre Elohim, como la palabra “Dios” en español, puede referirse al verdadero Dios o a cualquier objeto de adoración, o aun a dignatarios humanos. Casi siempre, cuando es usado junto a un artículo definido, está aplicado al único verdadero Dios de Israel.

El uso de la forma plural para Dios (Elohim) con el artículo singular necesita alguna explicación. Algunos doctos definen la palabra como el plural de majestad o entereza. Puede haber algo de cierto en esta explicación, pero queda corta en ser un completo y satisfactorio recuento de su uso en la totalidad de la Escritura. A la mayoría de los eruditos conservadores, da una clara indicación de la trinidad en unidad. Leemos de una obra de referencia moderna de la Biblia: “La terminación plural es usualmente descrita como un plural de majestad… pero una mejor razón puede ser vista en la Escritura misma donde, en el primer capítulo de Génesis se encuentra la necesidad de un término que transmita la unidad del único Dios y, además, permita la pluralidad de personas (Gn. 1:2, 26).”

Y otra vez, “Más probable es el punto de vista que Elohim venga de Eloah como un desarrollo original de las Escrituras hebreas y presente principalmente la pluralidad de personas en la trinidad de la deidad.”
(Se dirá más acerca de la trinidad en la sección VII).

1. EL: “Dios, Dios, Poderoso, Fuerza” (Dt. 32:4).

Este es un nombre muy antiguo para Dios (probablemente relacionado en origen a Eloah y Elohim, pero sobre el cual los eruditos no están de acuerdo) que se encuentra de alguna forma en todos los idiomas semitas.

Puede tener varios significados, pero en la Biblia, generalmente se refiere al verdadero Dios de Israel. El, como nombre divino, no aparece frecuentemente solo, pero casi siempre está usado en composición con otros términos, tales como El Elyon, El Shaddai, etc. También ocurre en nombres comunes como Daniel, significando “Dios es mi juez.”


No hay comentarios: